Jalisco
Sin miel y sin jícara
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Por difícil que resulte entenderlo, todas las lumbreras que pululan en los círculos cercanos de los funcionarios electos que toman decisiones sobre el futuro de la gran metrópoli, no han sido capaces de dar con una idea clara, sensata, bien sustentada, equilibrada, de beneficio social, que mire por todos los ciudadanos, para mejorar sustancialmente nuestro sistema de movilidad urbana.
Unos han jalado para un lado, otros para uno diferente. Autobuses articulados, tranvías, tren ligero, trenes de levitación, trolebuses, con sus respectivas descripciones, con sus costos de instalación y operación, con los estimados de lo que se cobraría como tarifa de uso, con sus rutas ideales, todo eso y más, sobre todo rollo, mucho rollo entintado de colores partidistas, se ha puesto sobre las mesas de discusión, sobre los despachos ejecutivos, sobre los foros de consulta. ¿Resultado? Hasta ahorita ninguno. No hay claridad, no hay rumbo, no hay ideas coherentes que miren a la ciudad de dentro dos, de cinco décadas, a sus habitantes, a sus necesidades de traslados, y no sólo en transporte masivo o automóvil; lo fundamental está ahí, en la reserva argumental, no en la sustancia, no en el eje de las propuestas: ¿Qué hará el ciudadano de a pie o de bici cuando estemos al borde del colapso?
No parece que sean éstas las preocupaciones fundamentales de los políticos del aquí y el ahora, porque finalmente su horizonte vital (en el entendido de que su vida se centra en sus intereses políticos y partidistas) está en la próxima elección. Lo que venga después que lo resuelvan otros, y si lo que se encuentran en la ciudad es un tiradero, un jeroglífico urbano, un masacote de vehículos que se mueven sin concierto, eso será problema de los ciudadanos por haber votado por políticos que no pasaron la prueba del ácido más allá de sus dichos, su imagen y su mercadotecnia barata que vende lemas, no soluciones.
Alfredo Hidalgo, conocedor del tema, estudioso de este problema multifacético, ha escrito con sencillez, pero con puntualidad, en su “Cita en la ciudad” que se publicó ayer en EL INFORMADOR: “La movilidad, entiéndase transporte público, privado, ciclistas, peatones, servicios, es decir, todo, debe ser hoy un proyecto compartido para la ciudad, donde tengamos claro qué necesitamos resolver, a dónde queremos llegar y cómo lo vamos a hacer. Para lograrlo necesitamos por un lado, establecer acuerdos básicos sobre prioridades (no electorales sino técnicas), y por otro, necesitamos tener fuentes confiables de información que, desde una posición neutral y científica, puedan aportar los datos para una toma de decisión compartida”.
Los políticos no parecen querer llegar a esos acuerdos básicos. Y todos estamos por quedarnos, como se decía antaño, sin miel y sin jícara.
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