Jalisco
“Si hubiera volteado, no estaría vivo”
La gente acepta a trabajar con riesgos porque “hay necesidad”
“Ahí supe que ya no iba a salir, que no se iba a poder hacer nada porque eran muchas toneladas de material. De los que estábamos abajo, yo fui el único que logró salir”.
Pepe y Alejandro García (27 años) fueron el jueves a comprar rezaga a la mina abierta Pata de Gallo. Cargaron un camión. Dos. Mientras llenaban el tercero, se metieron a donde estaban haciendo el corte del talud para extraer ópalo.
“Ya había visto que estaba peligroso y le dije (a Alejandro), ‘mira cómo se ve, mejor salte’. Incluso hasta le dije de broma, ‘fíjate para dónde vamos a correr’, y respondió: ‘No se cae, que Dios nos cuide’. Al momento del derrumbe, yo estaba poco más afuera que ellos y ni siquiera voltee, si no, no estaría aquí contando”.
Debajo del derrumbe del paredón de 15 por 20 metros, también quedaron Anastasio Ávila Limón (54 años) y Miguel Ángel Polanco, quienes se dedican a comprar rezaga, pero de manera independiente a Alejandro.
“Fue una irresponsabilidad de todos. Del dueño de la mina y también de nosotros, porque veíamos el riesgo.
Cuando vi cómo estaban los cortes, pensé que si venía Protección Civil, clausuraría la mina”, concluye Pepe afuera de la casa donde vivía su amigo “Polvos”. Ayer lo velaban sus familiares y seres queridos.
Alejandro era un amante del ópalo. “Lo sacaba hasta de la obsidiana”, bromea Pepe para detallar que su amigo tenía muy buen ojo para detectar estas piedras que compran principalmente los japoneses. Y es obvio: nació en Magdalena, un pueblo minero desde sus orígenes; su papá se dedicaba a este oficio, por lo que desde los 12 años comenzó a trabajar en sitios de explotación de minerales a cielo abierto, “porque siempre hemos tenido necesidad”, cuenta su madre.
Pepe agrega unas palabras más, como queriendo explicar lo sucedido: “Siempre me decía que le encantaba estar pegado a las minas. No sé… pienso que tal vez de tanto que le gustaba el ópalo, su destino era morir ahí”.
La tierra del ópalo y la obsidiana
Todo Magdalena, de donde son las tres personas que fallecieron, anuncia ópalo. En la plaza, en los negocios, en su historia… Uno de los comerciantes cuenta que hay varias minas en la región que operan en las mismas condiciones que Pata de Gallo. Pero la gente acepta a trabajar con riesgos porque “hay necesidad”.
Pero, agrega, nunca hay vigilancia porque las autoridades piensan que lo importante es que den trabajo, en las condiciones que sean.
“Además acá hay muchos problemas de inseguridad y todo es por el ópalo. Porque si tienen un camionetón y los detienen, pues dicen que se dedican a la mina y ya los dejan ir”.
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