Jalisco

—Semana ''santa''

Todavía en el camino, más accidentes y más descomposturas de vehículos

“¡El diablo se desató..!”, dirían, sentenciosas como solían ser, las abuelas de antes.

—II—

Desde el fin de semana anterior comenzaron a armarse, metódicamente, las “cuentas mochas”. Un accidente automovilístico en la carretera Santa Rosa-La Barca, ocasionado por la imprudencia de uno de los conductores, dejó —como dice el tópico de las notas policíacas— un “saldo trágico” de varias víctimas. Un incendio en una vivienda, por lo consiguiente. Uno más, en el Bosque La Primavera, dejó el saldo habitual de las promesas de los políticos: humo y cenizas. Las relacionadas con las escenificaciones de la Pasión de Cristo en los municipios conurbados con Guadalajara, que de ordinario son crónicas costumbristas, amables, con nombres y rostros contemporáneos encargados de recrear, en forma un tanto bizarra —por no decir grotesca—, con más voluntad que acierto en la gran mayoría de los casos, una historia consabida, incorporaron esta vez un ingrediente relativamente novedoso: los pleitos entre pandilleros contaminaron las representaciones y distorsionaron los trágicos episodios referidos por los evangelios.

De otras ciudades —los llamados “destinos de playa”, principalmente— llegaban reportes: primero, el “éxodo masivo” de vacacionistas; después, la invasión de los centros de recreación; la saturación de hoteles, bares, antros y restaurantes; el encarecimiento de dichos servicios; posteriormente, la saturación de autopistas y carreteras... Tangencialmente, como para que no se pierda la perspectiva con respecto a la parte del mundo en que nos tocó vivir, las informaciones —rutinarias ya— relacionadas con el hallazgo de más cadáveres en fosas comunes descubiertas en Tamaulipas... y las ya cotidianas ejecuciones de hombres y mujeres al por mayor, en hechos “aparentemente relacionados con la delincuencia organizada”... Todavía en el camino, más accidentes y más descomposturas de vehículos. Y el corolario: ya de regreso a casa, la desagradable sorpresa, en muchos casos, de que la ausencia de los vacacionistas fue aprovechada por los amigos de lo ajeno para realizar un concienzudo saqueo de las pertenencias de los viajeros.

—III—

Un extraterrestre que, en busca de una refacción para su nave espacial, hubiera aterrizado hace una semana en esta parte del planeta, sin el antecedente de usos y costumbres actualmente en desuso, hubiera sido testigo de los incidentes —desde los nimios y los anecdóticos hasta los graves o decididamente trágicos—, tendría, probablemente, la tentación irresistible de preguntar al terrícola que le sirviera de “cicerone”:
—¿Y por qué dices que le llaman Semana “Santa”..?

JAIME GARCÍA ELÍAS / Periodista y conductor radiofónico.
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