Jalisco
Según yo
Que ya cambien de excusa
El recuerdo de mi adolescencia apostólica y rezandera se me volvió vigente por estos días, cuando el corazón de nuevo me anda brincando, y no precisamente por sentir que la vida me fluye, sino más bien porque se me anda tropezando con algunos inconvenientes que me han llevado a vérmelas con galenos de diversas especialidades y criterios. Y si hasta hace un mes podría yo darles razón del sustancioso chismorreo de mis vecinas, de mis aventuras domésticas en cualquier punto de la ciudad, de mis desencuentros con algún vendedor o prestador de servicios, hoy podría asentar los pormenores de cuanto ocurre en un nosocomio, laboratorio o consultorio, con una detallada descripción de sus respectivos pobladores y procedimientos que difieren de acuerdo a lo que cobran, pero inequívocamente comparten ese odioso común denominador que es el abuso del tiempo ajeno, como si fuera una suerte de terapia iniciática.
Francamente me suena a burla que, como me sucedió hace unos días, me insistieran en la importancia de llamar a equis laboratorio para hacer una cita, a efecto de practicarme un estudio de nombre tan exótico que ya se me olvidó. Con la consideración que me merece el valiosísimo tiempo del facultativo en turno, me presenté puntualmente a la hora que ellos mismos me indicaron, sólo para recibir la instrucción de que tomara asiento, antes del “momentito” de espera para ser atendida. El lapsito solicitado me permitió enterarme de que Thalía está estrenando disco y Luis Miguel novia; que Lolita Cortés le copió el numerito de la renuncia a Susana Zabaleta; que el Tano De Nigris era un santo. Como en el siguiente cuarto de hora el galeno no se manifestaba, amplié mis referencias hemerográficas para tomar nota (en una revista que no se ha ganado su lugar en el basurero desde hace un quinquenio), de que la cantante Prisma perdió un seno pero encontró a Dios; que a Gattorno le gustan los muebles rústicos y la mamá de Toñita vende tamales.
Unos 40 minutos después, cuando estaba yo a punto de adentrarme en los atractivos intersticios de una trama de CorínÊTellado, la recepcionista me salió con la perenne, inmarcesible, sempiterna, consuetudinaria, indefectible y obligada excusa de que el doctor no tardaría porque había tenido una emergencia. Y yo, que de paciente sólo tengo el temporal adjetivo con que me distinguen en dichos sitios, no me quedé a esperar que el sujeto hiciera su triunfal arribo. Para lo único que tendré paciencia es para esperar a ustedes hoy, entre las 17 y 20 horas, en el stand de EL INFORMADOR en la FIL, y autografiarles su ejemplar de “El amor es una cosa esplendorosa”, mi más reciente desacato bibliográfico. Allá nos vemos.
patyblue100@yahoo.com
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