Jalisco
¿Se acabó?
Cancelar el BRT, más allá de virtudes y defectos (que los tiene ambos en abundancia), es condenar a la ciudad a cinco años de inmovilismo
Cancelar el BRT, más allá de virtudes y defectos (que los tiene ambos en abundancia), es condenar a la ciudad a cinco años de inmovilismo. Los alcaldes priistas van a poner un riel o un poste en los dos años que les quedan y mientras tanto la ruta 275 será la reina del camino.
El tema de fondo es político. No hay forma de hacer proyecto alguno con la debilidad y la incapacidad operativa de un Gobierno del Estado como el actual. La política tiene dos palancas: la fuerza y la legitimidad. En una democracia, y particularmente en la nuestra que tiene una larga tradición de abusos de poder, el uso excesivo de la fuerza está condenado (y que bueno). La única palanca, pues, es la de la legitimidad, y el Gobierno se ha dedicado a dilapidarla.
El BRT fue herido en las campañas, quedó condenado a muerte cuando en un acto incomprensible, el encargado de la operación política para este proyecto, Herbert Taylor, decidió abandonar el barco pretendiendo mandar sin manejar; finalmente, se hundió cuando el gobernador dilapidó el resto de legitimidad que le quedaba.
Lo que pasó ayer pone en riesgo no sólo al BRT: para efectos prácticos, el único proyecto vivo son los Panamericanos y los demás se van nuevamente al cajón del olvido. Los ayuntamientos, más por la forma que por el fondo de la decisión (en política la palabra es lo único que vale algo), han terminado por romper la relación con el Gobierno estatal y tampoco podrán sacar adelante proyecto alguno (Zapopan ni lo tiene).
El Grupo Universidad, tercer actor en este proceso, seguirá manejando a su manera su capacidad para oponerse como forma de conseguir recursos y poder, en un proceso de desgaste que le ayuda al grupo político, pero que afecta a toda la UdeG.
La guerra por 2012 ya comenzó. El problema no es que los partidos vivan en la eterna lucha por acceder o conservar el poder, para eso existen. El problema es que no hay reglas mínimas y un proyecto de Estado y de ciudad que permitan que los partidos se desbaraten los unos a los otros sin que nos lleven entre las patas.
¿Se acabó? No, esto comienza. Ante la ruptura política de nuestra clase gobernante, nos toca a la sociedad civil tomar caminos distintos de mayor exigencia, pero sobre todo partición.
Sobre este tema, agradezco el intercambio de ideas que he llevado a cabo con el doctor Jesús Rodríguez. Como lo prometí, enseguida publico su réplica que da cierre a nuestro debate:
“Tengo que aceptar que éste fue un intercambio de información muy interesante. Para mí resultó nueva esta forma de construir opinión en los medios de comunicación sobre un tema con tantas aristas como lo es la movilidad.
“Siempre he dicho que antes de construir obras en la metrópoli, debemos construir la opinión sobre las mismas; sin duda este ejercicio que mantuvimos estos días fue muy enriquecedor.
“Es cuestión de continuar conversando entre todos los ciudadanos sobre los proyectos futuros de la ciudad y sobre la metrópoli misma, porque hasta este momento la percepción que nos queda a los ciudadanos de a pie es que los proyectos que se pretenden construir en la ciudad son improvisados y eso no es bueno para nadie.
“Es curioso decir que esta conclusión a la que usted amablemente me ha invitado, pretende más bien continuar con la discusión sobre el tema de movilidad en el Área Metropolitana de Guadalajara.
“Opino que hoy más que nunca, la sociedad tapatía está a la espera de la opción que ofrezcan los presidentes municipales, y que tenemos tiempo para desarrollar espacios de discusión más sistematizados, que lleven a que cada uno de nosotros tome postura, pero con más información. En ese sentido, su actuación como líder de opinión es también muy importante. De mi parte le doy las gracias por sus atenciones”.
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