Jalisco

San Jacinto destaca como parque recreativo

Los jardines permanecen en buenas condiciones por el trabajo de dos trabajadores

Abandonan unidad deportiva tras
cambio de administración

GUADALAJARA, JALISCO (19/SEP/2011).-
Al Oriente de la ciudad, en el Parque San Jacinto, los niños siguen corriendo en un espacio limpio. Así se halla desde hace cinco años, fecha en que se inauguró.

Contrario al abandono en que se encuentran otros espacios públicos, es vigilado por dos policías. Los jardines permanecen en buenas condiciones por el trabajo de dos trabajadores y hay un stand donde se prestan bicicletas.

Mañana y tarde, el parque es punto de encuentro para bailar al ritmo de diferentes sonidos en las clases de zumba. Los domingos, el San Jacinto se convierte en el lugar ideal para que las familias “se inventen” un día de campo y lleguen a descansar después de tanto pedalear, en el caso de los que se unen a la Vía RecreActiva.

Miguel Rodríguez vive desde hace 30 años en la Colonia San Jacinto. Recuerda que el parque con el mismo nombre antes era un centro de abastecimiento de alimentos de la paraestatal Conasupo, que después convirtió en parque y en diciembre de 2007 empezó a ser rehabilitado por la Secretaría de Desarrollo Social ( Sedesol) y el Ayuntamiento de Guadalajara, en la administración de Alfonso Petersen Farah.

En febrero de 2008, cuando el parque fue “entregado” a la comunidad, Petersen señaló que este era un espacio “completamente” abierto, sin bardas, mallas ni puertas que controlaran su entrada y salida, lo que consideró una “forma de poder demostrarnos como sociedad que tenemos la capacidad de cuidar nuestros espacios”.

La estructura general del parque luce en buenas condiciones. Dos bardas fueron pintadas con grafitis artísticos. Las plantas las mantienen frescas, aunque San Jacinto es un espacio que tiene más superficies de cemento que áreas verdes. La basura escasea en el suelo y los botes de basura están limpios al mediodía.

Por la mañana el parque se ve semivacío. Apenas se alcanzan a contar 30 personas que aprovechan el espacio; nueve son jóvenes que acostumbran a practicar “skate boarding”, o saltar obstáculos sobre su patineta; seis platican sentadas después de que movieron el cuerpo en la clase de zumba. “Fue un acierto que rehabilitaran este parque. Los vecinos estamos contentos”, dice Miguel Rodríguez.

En el parque se encuentra una Casa de la Salud, donde los vecinos van a consultas gratuitas; a menos que necesiten un medicamento, se les otorga por 42 pesos. La oficina de Promoción Cultural que está en el parque no opera. Sus puertas están cerradas al igual que la oficina de la  Policía tapatía, aunque sí hay dos elementos de la corporación en el lugar.

A diferencia de otros lugares donde ni siquiera hay baños, o los que hay están en muy malas condiciones de higiene, los del parque están limpios pero sin papel higiénico.

Griselda Córdoba vive desde hace un año a dos cuadras del parque. Recuerda que hace algunos años cuando pasó por el lugar, éste se hallaba abandonado. Ahora que regresó le da gusto ver a “tantos chicos que se entretienen, divierten y sacan la rebeldía que a veces traen. Es un área muy segura”.


“Falta educación ciudadana”

La voz del experto
Enrique Páez (líder del Proyecto de Aplicación Profesional del ITESO)

La conservación de espacios públicos rehabilitados es una responsabilidad compartida en la que los gobiernos de los tres niveles deben hacer su parte, desde la entrega de recursos para su construcción o remodelación, así como los vecinos de la zona, pues el reto más difícil es que los vecinos se apropien de ellos y los mantengan en buenas condiciones.

Así lo considera el líder del Proyecto de Aplicación Profesional (PAP) “Consultoría en Comunicación Organizacional” del ITESO, Enrique Páez, quien agrega que también los desarrolladores inmobiliarios y dependencias gubernamentales, como las encargadas de parques, deben sumarse a las tareas de mantenimiento.

A través del PAP se ha ayudado a los miembros de comunidades de Tlajomulco a participar en la conservación de los espacios. El académico describe que la primera acción en este proceso es hacer “un diseño participativo”, en el que se involucra a los colonos en la configuración de los espacios públicos, tanto  niños, jóvenes, adultos y ancianos, para que manifiesten qué tipo de zonas quieren, “después se entra en otra dinámica social para que los miembros de la comunidad se apropien de los espacios, los cuiden y le den mantenimiento”.

El principal obstáculo para que este tipo de acciones se consoliden y tengan resultados positivos es que, “en general, las comunidades no reconocemos lo público como propio, tenemos una especie de divorcio conceptual entre lo que es mío y lo que está en la calle”.

Para revertir esta idea es necesario educar a los pobladores y formarles un sentido de ciudadanía, con el que los vecinos sientan que lo que está en la calle también le pertenece y entonces debe ser responsable de su cuidado.

En esta idea coincide el coordinador del programa de Rescate de Espacios Públicos de la Sedesol, Miguel Amezcua. Señala que una vez que se entregan los espacios, los ayuntamientos reportan durante un año a la secretaría federal el estado del espacio, mientras la Sedesol acude al lugar a tomar evidencias que comprueben la veracidad del reporte.

Aclara que los municipios deben ser responsables de mantener limpios y habitables los espacios.

El líder del PAP en el ITESO añade  que el esfuerzo educativo debe ser constante, permanente y de largo plazo, en el que la mayoría de las veces se presentan fricciones entre los integrantes de la comunidad, conflictos que también deben de considerarse al momento de diseñar un nuevo espacio.

Y exhorta a los gobiernos, comunidades y medios de comunicación a socializar los buenos métodos que han dado como resultados buenas experiencias en el rescate de espacios públicos para mostrar qué tipo de acciones ayudan a tener una mejor calidad de vida.




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