Jalisco
SEGÚN YO
Alarido navideño
En lugar de una venerable progenitora desparramada sobre el piso y con la tapa de la coladera como gorro, lo que encontró al abatir el cancel fue a una desvalida dama tiritando y lanzando denuestos por el inopinado refrescón, al tiempo que trataba de sacudirse la escarcha a toallazos, justo en una de las mañanas más gélidas de la temporada. El piloto apagado del calentador fue la única razón a mano para explicarme el desaguisado, así que con todo y carne de gallina, resolví plantármele enfrente, no sólo para constatar su disfunción, sino para ajustar cuentas con quien la noche anterior lo estuvo manipulando para elevar la temperatura del agua y lo dejó a merced de la ventolera, con la puerta abierta de par en par.
Para mi sorpresa, la flamita que ondeaba lironda en el interior del receptáculo me obligó a guardarme mis nacientes amonestaciones, pero me previno que algo ahí no estaba operando como debía, sobre todo cuando las pestañas estuvieron a punto de hacérseme chicharrón y de mi garganta escapó un nuevo alarido, al encenderse la hornilla entera frente a mis narices.
De ahí en adelante, y por tres días, el armatoste encendió y apagó cuando le dio la gana, poniendo a la familia en la disyuntiva de elegir entre ser rechazada socialmente o perecer de hipotermia. Por fortuna, el calentador no había cumplido un año, de los cinco que ostentaba como garantía, así que resolvimos hacerla efectiva, llamando a las instancias conducentes para la revisión y segura reposición del cachivache.
Entre que dimos con la división encargada de estos asuntos y recibimos la visita del operador especializado en negar las sustituciones de aparatos defectuosos, pasaron otros tres días durante los que con dificultad me atreví a lavarme las manos, pero el veredicto de quien evidentemente entiende más de pólizas, plazos y procedimientos, antes que de problemas hidrotérmicos y sus nocivos efectos, terminó por paralizarme con más contundencia que un balde de agua en las rocas. Dado que la válvula alimentadora, el ánodo de protección catódica, el termostato y el temporizador calibrado funcionaban adecuadamente, la descompostura no calificaba para ser intervenida por los efectos de la garantía, de modo que hube de entregar medio aguinaldo para que el sujeto efectuara una costosa reparación que nos concedió el beneficio de contar con agua caliente por los siguientes tres días. Así me enteré que la garantía de funcionamiento de un calentador opera para todo, excepto, para calentar el agua. Y si no me baño o me corro el riesgo de agenciarme una pulmonía, será mi problema, porque los entendidos del asunto ya no trabajan hasta el año que entra. Y que todos ustedes tengan un año feliz y más cálido que el mío.
patyblue100@yahoo.com
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