Jalisco

SEGÚN YO

Muy urgidos han de andar

No bien despuntaba el alba, por ai faltando un cuarto para las siete de la mañana, cuando el repiqueteo del teléfono me arrancó el último jirón de sueño, justo a esa hora en que sentimos que, como dice mi hija, nos “falta un ratito del otro lado”, particularmente cuando se trata de un domingo con desvelada previa.

Como, a pesar de mis enérgicos codazos en sus costillas, quien comparte el lecho conmigo no diera trazas de acudir para atender al desconsiderado que nos arrancó abruptamente de los brazos de Morfeo, hube de incorporarme con el talante crispado por la posibilidad de que se tratara de una de esas malas nuevas que siempre llegan a deshoras.  

¿El señor fulano de tal?, requirió una engolada voz femenina que desató mi estupor por su atrevimiento y me obligó a soltar otra serie de codazos sobre el aludido, y no precisamente para sugerirle que atendiera al teléfono. No es que sea yo la encarnación de Otelo con enaguas, cuantimenos con un marido que nunca me ha dado motivos para ello, pero la escueta información siempre abre la puerta a la especulación, y quien se atreve a profanar el descanso en pleno día de asueto no puede llevar buenas intenciones.

Así que con idéntico desgano, mi cónyuge sólo estiró el brazo para que le pasara yo el receptor, farfullando un “sí, asordns”, con la voz más pastosa que le he escuchado en mi vida, seguido de una cara más descompuesta que la mía esperando una muy, pero muy buena justificación de su parte.

Resultó, a la postre, ser una emisora bancaria que le recordaba que al señor le habían faltado 28 pesos para completar el mínimo requerido para cubrir un adeudo pendiente y pretendía arrancarle la promesa de que, media hora antes de que abrieran la institución al siguiente día, mi marido estaría ya poblando la horizontal que se nutre a razón de cinco prójimos por minuto, para acabalar su pago.

Los bancos deben andar arrancados —me pronuncié con la rabia que desata la impertinencia ajena— y refrendé mi iracunda declaración cuando el mismísimo lunes, justo en el breve lapso de descanso que nos damos después de la comida, antes de retomar la jornada vespertina de chamba, de nuevo una chinchorrera telefonista llamó para decir que faltaba una hora para que cerrara el banco y los 28 pesos no habían ingresado todavía. Hecha la aclaración de que el dichoso abono se había hecho en línea, ganas no me faltaron de manifestarle mi destemplanza con más rigor pero, imagino que para no seguir exponiendo los castos oídos de sus mensajeros, de una semana a la fecha a los bancos les ha dado en irrumpir por la vía telefónica, en cualquier día y a cualquier hora, con la grabación de una impostada y untuosa voz masculina que recuerda al tarjetahabiente que en 24 horas más vencerá el plazo para cumplir con su compromiso. Son un verdadero hartazgo.

Pero para obviar los entripados y pasar un rato más amable, me permitiré invitarles a que me acompañen el próximo jueves 29 a la presentación de “El amor es una cosa esplendorosa”, una nueva recopilación de mis silvestres intrascendencias vueltas libro. La cita es a las 19:30 horas, en el auditorio de Seguros Monterrey New York Life (Av. Arcos y Circunvalación Agustín Yáñez), en donde los periodistas Laura Castro Golarte y Jorge Octavio Navarro (Jonás), me harán el honor de apadrinarlo. Allá nos vemos.

patyblue100@yahoo.com
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