Jalisco
Ruta del Agua Azul, recorrido filosófico
En este periodo vacacional, recorrer los barrios tradicionales puede ser una opción para quienes no salieron de la ciudad
Esta temporada vacacional puede ser un buen momento para caminar y conocer estos viejos petrificados.
“A finales de 1955 se inicia la conformación de la zona del Agua Azul como un centro cultural y educativo, con edificios y espacios públicos proyectados por los mejores arquitectos y artistas plásticos de la ciudad; a partir de ese criterio se construyeron la Biblioteca Pública del Estado, la Casa de la Cultura Jalisciense, el Pabellón de Arqueología del Occidente de México, la Casa de las Artesanías y el Teatro Experimental de Jalisco”, reza el texto de La Ronda, pasea por tu ciudad, libro de la arquitecta Mónica del Arenal. La ruta de Analco, Mexicaltzingo y el Agua Azul fue trazada por Albertina Proyectos Culturales.
La caminata para recorrer algunos de estos puntos puede iniciar en el barrio de Mexicaltzingo, para admirar la barroco-neoclásica Parroquia de San Juan Bautista y el jardín que está frente a ésta, ubicados en Nicolás Régules y Mexicaltzingo.
En el lugar se siente otro ambiente, se siente el alma de comunidad; la gente se reúne en las calles y se respira tranquilidad. Aquí también puede disfrutar de una buena nieve de garrafa.
La ruta sigue sobre Niños Héroes y 16 de Septiembre, ahí se encuentran las obras de dos reconocidos arquitectos: Federico González Gortázar y Julio de la Peña, creadores del Hotel Misión Carlton (Antiguo Hilton) y del Condominio Guadalajara, respectivamente.
Basta pararse frente a estos gigantes para admirarlos. Ambos son íconos de la ciudad. Cabe destacar que el Condominio Guadalajara fue el primer rascacielos de la Perla Tapatía, mientras que la obra de González Gortázar fue el segundo, con 20 niveles.
El edificio de Julio de la Peña fue el más alto por más de 40 años, cuenta con 26 pisos y 105 metros de altura. El Centro Médico Puerta de Hierro le arrebató el título en 2005.
Entre 16 de Septiembre y la Calzada Independencia Sur se encuentran varios de los edificios culturales que conforman la zona del Agua Azul: la Biblioteca Pública del Estado, la Casa de la Cultura Jalisciense y el Pabellón de Arqueología del Occidente de México.
La caminata sigue sobre la Calzada Independencia, del lado del Parque Agua Azul. Ahí se encuentra el Teatro Experimental de Jalisco de Erich Coufal, y como antesala de esta obra están la Comedia y la Tragedia, de pie, custodiando su hogar.
La recta final de este recorrido es en el gran parque de la ciudad, el Agua Azul, que recibe su nombre debido a la represa que se construyó en ese lugar para captar agua de los manantiales que en el siglo XIX dotaran de agua a la ciudad y donde nacía el Río San Juan de Dios.
El parque se encuentra en medianas condiciones. Sin embargo, el ruido de los motores de los automóviles que circulan por las avenidas por momentos se pierde entre el ruido de las hojas en movimiento y las risas de los niños y jóvenes. Aquí podemos reconocer las obras de Alejandro Zohn: la Concha Acústica y el puente del Agua Azul, que une a las dos partes del parque, se encuentra sobre la Avenida González Gallo.
Perfiles
Erich Coufal
Nació en Viena, Austria, en mayo de 1926. Conoció Guadalajara por vez primera en una gira, siendo Niño Cantor de Viena. Realizó sus estudios de Arquitectura en su tierra natal, en plena Segunda Guerra Mundial. Por tal motivo, no dudó en aceptar la invitación de Ignacio Díaz Morales para trasladarse a México y fundar la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Guadalajara, en 1948. Es autor de edificios como La Torre Minerva, el Teatro Experimental, la Casa de las Artesanías y el otrora Banco Industrial (en las avenidas 16 de Septiembre y Libertad), símbolos de arquitectura de calidad y modernidad.
Alejandro Zohn
Nació en 1930, es Ingeniero Civil y Arquitecto por la Universidad de Guadalajara. Sus principales obras son: Mercado Libertad, Unidad Deportiva López Mateos, Internado Cervantes, Banco Refaccionario, Hotel de los Reyes, Mercado Río Cuale, en Puerto Vallarta, y Archivos del Estado de Jalisco. Entre sus distinciones se encuentran la insignia "José Clemente Orozco" (Premio Jalisco 1957), el Premio "Jalisco a sus Arquitectos Distinguidos" (1964), también fue ganador en el primer y en el segundo Concurso Nacional de Vivienda FONHAPO (1985 y 1987), obtuvo el Premio Anual de Arquitectura Jalisco en 1986, 1992 y 1993, con distinción en Diseño Arquitectónico y Honoris Causa en 1991, además de una Mención de Honor y Distinción en la I Bienal de Arquitectura Mexicana (1990).
Julio de la Peña
Nació en Guadalajara el 10 de septiembre de 1917. Realizó sus estudios profesionales en la Universidad Autónoma de Guadalajara y en la Escuela Nacional de Arquitectura de la UNAM, recibiéndose de arquitecto en 1942. Fue profesor en la Escuela de Arquitectura de Guadalajara, de la que fue cofundador. Una de sus principales realizaciones es el Auditorio del Estado de Jalisco, notoria por su cubierta colgante, calculada por la computadora de la UNAM.
Analco, reflejo de la Guadalajara antigua
Encuentro entre pasado y presente
Las ciudades tienen zonas feas y zonas bonitas; lo asombroso es la cercanía con la que conviven. Sólo como fea se puede calificar la memoria de la calle Gante, la herida de las explosiones del 22 de abril de 1992. Hoy, cicatrizada, la zona alrededor de esta calle es un área habitacional de apariencia tranquila, de calles angostas, negocios de autopartes y talleres mecánicos, uno que otro grafiti, una que otra vecindad, casas viejas que lucen adornadas y casas nuevas que parecen iguales. Es el barrio de Analco, que muy cerca del parque Agua Azul comienza con el alto edificio de la Antigua Central Camionera, que recuerda oficinas de Gobierno y que tiene, detrás, una sorpresa para entretener durante tres buenas horas a cualquier niño: el Museo del Niño Globo, que sólo cobra 10 pesos y abre todos los días, excepto los lunes.
Pero camina uno hacia el Norte y se encuentra en el corazón del barrio de Analco, una Guadalajara con un presente apacible que se resiste al asedio del grafiti, la basura y el descuido. Entre las calles Cuauhtémoc y Guadalupe Victoria, al borde de 28 de Enero, está el jardín de San Sebastián de Analco, un amplio cuadro verde con un kiosco naranja al centro, y en una fuente la estela que recuerda a las víctimas del 22 de abril. Es el espacio natural, para quien busca paz, un jardín silencioso y fresco aún en el calorón de abril, limpio y bien cuidado. Del lado Poniente están las esculturas de bronce de Cuauhtémoc y Tenamaxtli, que recuerdan el pasado indígena del pueblo de Analco.
El jardín comparte su lado Poniente con un auténtico centro fundacional de la ciudad: el Santuario de San Sebastián de Analco, un edificio de piedra y cantera cuyo origen data de 1560, pero cuya construcción es más bien del siglo XVII. La pura admiración de su conjunto arquitectónico, barroco con influencia indígena, merece la visita. Es vecino del Centro Cultural Patio de los Ángeles, inspirado por una leyenda sobre la construcción del convento de Santa Mónica: albañiles desconocidos se ofrecieron para labrar arcos y columnas, y luego desaparecieron, así que las monjas atribuyeron el trabajo a ángeles del cielo.
Apenas a una cuadra de allí, sobre Guadalupe Victoria, está otro testimonio de la Guadalajara de antes: el templo de San José de Analco, un edificio construido entre los siglos XVII y XIX con un amplio jardín al frente y negocios alrededor, además de puestos de comida. Más animado y soleado que el jardín de San Sebastián, reúne a adultos, parejas y niños.
Si uno camina por Analco y cruza la Avenida Revolución, en la esquina de Medrano encontrará otro testimonio de la vieja Guadalajara: la Escuela de Conservación y Restauración de Occidente, un edificio de estilo ecléctico que denuncia a la vista su origen del México de 1910. Y para no perderse otro recuerdo de la época de Don Porfirio, lo mejor es caminar por Medrano —en el camino encontrará la Arena Coliseo— y admirar el triunfal Monumento a la Independencia… en medio de la transitada y ruidosa Calzada Independencia, como otro testimonio de que en las ciudades conviven zonas feas con zonas, como Analco, muy bonitas.
Para saber:
En el año de 1821 Analco, de población nativa, y Mexicaltzingo, habitado por indígenas venidos del centro del país, fueron reconocidos como verdaderos barrios e incluidos en la conformación de la Guadalajara de la postrimería independentista.
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