Jalisco

Rescate de comida para ayudar a personas de escasos recursos

Al día, el Banco Diocesano de Alimentos evita que 40 toneladas de productos se desperdicien

GUADALAJARA, JALISCO (17/ABR/2016).- Los camiones llegan cargados al Banco Diocesano de Alimentos de Guadalajara listos para entregar la fruta y verdura que otras personas donan. Decenas de voluntarios se acercan, entre ellos doña Beatriz, quien tiene más de seis años colaborando en el lugar.

Las manos de la señora Beatriz se pierden entre el pan aplastado; elige las mejores piezas, aquellas que no tienen moho y aún siguen siendo consumibles. Del otro lado del banco, otros voluntarios ayudan a separar las frutas y verduras.

Son cerca de 40 toneladas de alimentos los que recibe cada día el Banco, sin embargo, no toda la comida que llega está en buenas condiciones, pues de ese total sólo 70% logra salvarse y formar parte de las 200 despensas que la institución entrega cada 15 días en sus instalaciones a personas en situaciones vulnerables.

Otra parte de los alimentos, también separados en despensas, van hacia comunidades pobres o para instituciones civiles.

No obstante, nada se desaprovecha, asegura Neftali Martínez, director de Desarrollo Institucional del Banco Diocesano de Alimentos de Guadalajara, quien señala que la comida que se encuentra en mal estado no se tira a la basura, sino que se entrega a una empresa que la convierte en composta; otra parte de los producto no aptos sirven como alimento para el ganado.

Algo similar ocurre en el Mercado de Abastos, principal donador del Banco de Alimentos. En este núcleo mercantil cada día se recolectan entre 80 y 120 toneladas de desperdicios que ya no son aptos para la donación o consumo, dependiendo de la época del año, sin embargo, Luis Alfonso González, encargado del área de Aseo y Supervisión del Mercado, asegura que estos restos son convertidos en composta.

“Cuando llega el chavo que tiene puercos y ganado, pues se las lleva, pero esas ya no se pueden salvar”, indicó un cargador de papas en el Mercado de Abastos.

En el Banco de Alimentos la comida es separada. Con observación directa los voluntarios eligen aquella fruta y verdura que está en óptimas condiciones. Dentro de la institución existe un vaivén de empleados, quienes recogen las cajas, mueven productos y eligen los mejores alimentos.

La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) estima que 54% del desperdicio de alimentos en el mundo ocurre en las etapas iniciales de la producción, manipulación y almacenamiento posterior a la cosecha, mientras que 46% restante ocurre durante el procesamiento, distribución y consumo de la comida.

MÁS DE 73 MIL BENEFICIADOS
Un banco cuya ganancia está en apoyar


Hace 25 años nació el Banco Diocesano de Alimentos, iniciativa apoyada por el Mercado de Abastos que al principio suministraba los donativos. No obstante, la lista de donantes se extendió en los últimos años.

“(En Jalisco) son más de 73 mil personas a las que atendemos al año y estamos en aumento de cobertura. Tenemos una capacidad instalada de cinco mil 140 metros cuadrados, hay cerca de 80 empleados, más voluntarios”, informa Neftalí Martínez, director de Desarrollo Institucional del Banco Diocesano de Alimentos tapatío.

La mayoría de los alimentos proceden del Mercado de Abastos de Guadalajara; el resto de cadenas de supermercados, productores agrícolas y particulares.

En el Banco, el producto es separado por observación directa: los alimentos aptos para consumo se limpian y acomodan en cajas para convertirse en despensas para personas en situación de pobreza; el resto, aquel que no se puede comer, se convierte en composta o alimento de ganado.

La mayoría de las personas que laboran en la institución son voluntarios. Una vez hechas las despensas, éstas se entregan a instituciones o personas en situación de pobreza, sólo se pide una cuota de recuperación de dos pesos por kilo de alimentos. Ese recurso se utiliza para los gastos operacionales del mismo Banco.

Neftalí Martínez señala que la institución también ayuda indirectamente al medio ambiente, pues rescata toneladas de alimento apto para consumirse de la basura, lo que disminuye el gasto en el manejo de residuos que emplearía el Gobierno.

Estrategia para frenar el hambre

En Jalisco, 35.4% de la población se encuentra en situación de pobreza, según el informe 2014 realizado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), es decir, más de dos millones 780 jalisciense son vulnerables en este aspecto.

El estudio de medición de pobreza de 2014 realizado por el Coneval reveló que la población en pobreza disminuyó 4.4%, con respecto a los datos que se tenían en 2012.

En promedio, en México se desperdician 10 millones de toneladas de comida al año, informó Neftalí Martínez, director de Desarrollo Institucional del Banco Diocesano de Alimentos de Guadalajara, quien aseguró que con esos alimentos se podría dar respuesta a una buena parte de la población que sufre hambre.

“En el Estado de Jalisco más de un millón de personas padecen hambre, con diferentes niveles de severidad” señaló el directivo.

En toda la República mexicana entre 2012 y 2014 la población en situación de pobreza tuvo un incremento, al registrarse 55.3 millones de personas pobres, según el reporte del Coneval.

El estudio reveló que la pobreza aumentó en 12 de las 32 entidades federativas del país, siendo Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Puebla los estados con mayor cantidad de personas en esta situación.

Desde el inicio de su administración, el Presidente Enrique Peña Nieto lanzó la llamada Cruzada Nacional contra el Hambre, una estrategia para combatir la pobreza alimentaria en México, que en ese entonces (2012) afectaba a más de siete millones de mexicanos.

CRÓNICA
“Nada se desaprovecha”


Cada 15 días don Rigoberto Torres se levanta antes de las seis de la mañana para llegar al Banco Diocesano de Alimentos. Barre su casa, cerca de las vías del tren, en la Colonia Del Fresno y se alista para ir por una despensa de comida. A veces se va en camión, otras caminando, preferiría irse en bicicleta, pero su familia no lo deja por la enfermedad de Parkinson que padece.

En el Banco, don Rigoberto espera su turno. Una de las 200 despensas que entregará la institución ese día será para él. Dentro de las bolsas hay frutas, verduras, granos, cereales, y esta vez “tuvieron suerte”: un par de envases de yogurt se asoman entre los alimentos.

Don Rigoberto es uno de los miles de beneficiarios por el Banco Diocesano de Alimentos, en particular, forma parte del grupo que recibe el apoyo completamente gratuito a través del programa Uniendo Manos, una estrategia de patrocinio para familias que viven en condiciones de vulnerabilidad.

Ya con su despensa en mano, asegura que ésta le durará poco más de una semana. Cuenta que él y su esposa sobreviven con dos mil 200 pesos al mes, producto de la pensión que recibe la señora. Ambos se encargarán de preparar la comida, nunca desperdician nada, incluso comparten lo poco que tienen con los migrantes que les piden ayuda: “Nada se desaprovecha, al contrario, a veces a mi casa llegan unos y les comparto de los alimentos que preparamos”.

Con 59 años, el señor relata que antes de acercarse por el apoyo atendía un negocio de mariscos, sin embargo, su enfermedad, que tiene desde 2000, le impidió continuar con la empresa familiar. Luego obtuvo trabajo en un programa de empleo temporal del Ayuntamiento tapatío, no obstante, acabó “porque el PRI no ganó”. Posteriormente se integró al Banco Diocesano de Alimentos como voluntario, pero también tuvo que dejarlo.

Decenas de personas esperan aún su turno para adquirir una despensa, don Rigoberto fue de los primeros en llegar y de los primeros en irse. Falta una caminata de media hora antes de poder llegar a su casa. El paso será más lento, un par de zanahorias y papas que fueron salvadas de convertirse en desperdicio van rumbo a la mesa de una familia en la Colonia Del Fresno.

Donan los productos que no se venden

Hace un par de semanas, el negocio en el que trabaja Eleazar Cardona, en la calle 4 del Mercado de Abastos de Guadalajara, decidió donar dos tarimas de mango a instituciones de caridad.

No era fruta podrida, eran alimentos que la gente no elegía por su aspecto. A decir del vendedor, lo mejor es que acaben en manos de quien más lo necesita.

El vendedor mencionó que anteriormente no había instituciones que se acercaran por alimentos, pero la situación cambió a raíz de la llegada del Banco Diocesano de Alimentos y otras instituciones que acuden en busca de ayuda.

“Creo que de la fruta y la verdura que no se vendía, 99% se iba a la basura”, sostiene Eleazar, quien tiene 25 años trabajando en el Mercado de Abastos.

Miguel Fernando Gracián, presidente de la Unión de Comerciantes del Mercado de Abastos (UCMA) asegura que existen convenios con instituciones  para donar la fruta y verdura que no es apta para la venta: “Lejos de tirarlo, mejor que se aproveche”.

El dirigente menciona que además de donar a los bancos de alimentos también se donan alimentos cuando ocurren siniestros.

Antes de la donación los comerciantes suelen bajar el precio de los productos que ya no se venden.

Otras empresas donan la fruta que no pasa los controles de calidad que exigen los supermercados.

CONTACTO
Usted puede ayudar


• Para apoyar a esta institución usted puede donar alimentos directamente en las instalaciones del Banco (Pichón 1147, Colonia Morelos en Guadalajara).

• También puede ayudar a través del programa Uniendo Manos, que consta en una donación mensual para entregar alimento básico a familias.

• Otra opción es aportando bienes o servicios al Banco o colaborando como voluntario. Más información en los teléfonos 3810-6595/96/97.

NUMERALIA
Las estadísticas de la comida desperdiciada


40 toneladas de alimentos en promedio rescatadas a diario por el Banco Diocesano de Alimentos.

70% del total de la comida recolectada por esta institución es apta para consumo, el resto se convierte en composta.

120 toneladas de alimentos desechados se recogen durante temporada alta en el Mercado de Abastos.

2 pesos de cuota pide el banco a los beneficiarios por cada kilo de alimentos otorgado.

16 millones de alimentos recolecta el Banco anualmente en el Estado.

35 municipios jaliscienses son beneficiados por el Banco de Alimentos.

10.4 millones de toneladas de alimento se desperdician al año en México.

100 mil millones de pesos es la pérdida económica anual que deja el desperdicio de comida en el país.
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