Jalisco

¿Quién va al bote?

Si pusieron a un perro a cuidar el refrigerador de la carne, que nadie se extrañe que se haya despachado un filete

Los corruptos no van al bote, sólo los chivos expiatorios. Esa es una máxima política que no hay que perder de vista, ahora que está de moda pedir cárcel para los funcionarios que desviaron recursos del  crédito del SIAPA, o a los diputados y al contralor que se embucharon millones de pesos sin recato. No es un tema de si se lo merecen o no, muy probablemente sí, ellos y varios más, pero no es un asunto de merecimientos sino de una ley de servidores públicos que es muy rígida para unas cosas y muy laxa cuando se trata de aplicar penas, pero sobre todo de voluntades políticas.

En el caso de los diputados y el contralor resulta que la ley les da atribuciones para hacer todo lo que hicieron. Es una ley absolutamente abusiva y que les permite a los diputados no dar cuentas de la partida de gasto de las fracciones. Ya los diputados de anteriores legislaturas habían, de alguna manera u otra, aprovechado este “auto vacío” legal, pues son los diputados los que tendrían que legislar sobre la rendición de cuentas de los diputados y, adivinen, nunca han querido aplicar para el Poder Legislativo lo que exigen para los otros poderes.

Lo que hicieron Ocampo y sus secuaces en el SIAPA es criminal, como irresponsable fue nombrarlo en un acuerdo entre el gobernador Emilio González Márquez y el entonces presidente del PAN y principal operador de Ramírez Acuña, Eduardo Rosales. Ninguno de los que lo ayudó a llegar tiene responsabilidad directa sobre los desvíos y desaseos del pupilo Ocampo, pero sí una responsabilidad moral ante algo que, de entrada, se sabía que no aportaría nada positivo: pusieron a un perro a cuidar el refrigerador de la carne, que nadie se extrañe que se haya despachado un filete. Pero si bien es cierto que hay una responsabilidad moral de los que lo apoyaron, el único responsable política y penalmente por lo que hizo o dejó de hacer es el ex director del SIAPA y los funcionarios que los acompañaron en esa aventura.

Todos estos discursos de que ahora sí los políticos exigen cárcel para los corruptos es tan falso como una moneda de tres pesos. Todos saben que esto no es un tema de partidos ni de ideologías, es un asunto de clase, de clase política. Cada determinado tiempo hay alguien que va al bote para liberar la presión social o porque a todos les conviene guardar por un rato a un personaje. Así fueron a parar a la cárcel el recién fallecido Díaz Serrano, “La Quina” y Raúl Salinas de Gortari. Todos ellos sin duda unos pillos, pero en todo caso ninguno de ellos es el único pillo de su generación o su sexenio.

¿Toca que algún connotado panista vaya al bote para lavar la imagen de Acción Nacional de cara al proceso electoral? Eso es lo que están evaluando los factotums del PAN, es eso y no las denuncias de los priistas lo que debe traer nervioso a Rodolfo Ocampo: la posibilidad de convertirse en el chivo expiatorio del PAN 2011.
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