Jalisco

¿Qué noticiarios son esos? POR PATY BLUE

Como lo he venido haciendo todas las mañanas, desde que tengo memoria y agarré algunos vicios que no he podido erradicar

Como lo he venido haciendo todas las mañanas, desde que tengo memoria y agarré algunos vicios que no he podido erradicar, encendí cafetera, cigarro y televisión en cuanto despegué el ojo. Las tres son costumbres a cual más de malsanas, pero son el único camino por el que consigo que Morfeo me libere de sus, supongo (a juzgar por su renuencia a soltarme), hercúleos brazos.

De la documentada nocividad de las dos primeras usanzas enunciadas ni duda tengo; seré fumadora, hipertensa, insomne, gastroenterítica, diabética y apocalíptica, pero no  inconsciente. Pero recién he caído a la cuenta, después de un prolongado lapso de exposición consuetudinaria a los segmentos informativos de la tercera, que es la causante de la cataplasma de aturdimiento mental y energía negativa que he venido acumulando y que, si no me ha aniquilado, lo hará muy pronto por la congestión biliar que me desata con sus dramáticos, constantes y reiterativos recuentos de la maldad humana en todas sus facetas.

Mal día me espera cuando lo comienzo haciendo berrinche con el puro sumario del noticiario matutino del mega consorcio televisivo, en el que las puras cabezas informativas refieren a hechos delictivos, abusos policiales, comparecencias legales, operaciones fraudulentas o escándalos políticos. El malestar me arrecia con la ampliación de los tortuosos titulares en donde se repasan con pelos y señales las incidencias de los incontables ilícitos enunciados, lo mismo sea que sucedan en la capital, algún punto de la geografía nacional o allende las fronteras de nuestro sufridor país.

Pero el ánimo me hace erupción en el momento del enlace que la televisora nacional realiza con Guadalajara y con el que se pretende ilustrar a la república y sus zonas aledañas sobre lo que acontece en nuestra ciudad y que, conforme a la consigna que recibe el reportero local a cargo del segmento, nunca va más allá del triste episodio protagonizado por un suicida, un borracho escandaloso, un velador que se queda dormido para siempre, un basurero que se incendia o un infeliz que pasa a mejor vida entre las ruedas de un transporte urbano. Hágame usted el documentado favor y hágaselo a quienes han de pensar que la Perla no tiene más que contar, que no sean sus truculencias e historias de la noche.

Es hora que no estamos enterados a cabalidad en qué consiste la tan zarandeada reforma petrolera o si los congresistas hacen algo más que agarrarse del chongo por fruslerías, porque los medios electrónicos no se hacen cargo de banalidades tales y prefieren invertir tiempo, equipo, energía y espacio en la difusión del pormenorizado relato de incidentes tan trascendentes como, por ejemplo, la escena captada por un video de seguridad en donde una asaltante de supermercado pelea con la dependienta del lugar, en el zangoloteo pierde la peluca develando que es varón y todo eso ocurre en un remoto poblado de un no menos lejano país.

Ya ni el segmento nocturno, a cargo del actual adalid del oficio noticioso, se ha salvado de burlar nuestro interés y ofender nuestra atención con sus notas bicolores (amarillo y colorado). Francamente, ya me hartaron, pero lo que no les perdono es que hayan provocado que Lolita Ayala, con su florecita sobre el escritorio y su mudita hablando con señas, se me haya convertido en la opción menos catastrófica para mantenerme medio informada.
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