Jalisco

Pueblos y municipios cambian de nombre; destacan santos y héroes

La toponimia generalmente era de origen nahua, pero cambió durante la época colonial y después de la Revolución Mexicana

GUADALAJARA, JALISCO (26/JUN/2011).- Ayo el Chico no sobrevivió a su propio nombre. “¿Entonces sí ‘hayó’ el Chico?”, “¿Me dijeron que usted es originario de Oyo el Chico…”, son dos frases típicas con las que se burlaban de los oriundos de este pueblo jalisciense, quienes hartos de ser víctimas de un juego de palabras —ser albureados—, pidieron en 1982 que el municipio dejara de ser Ayo el Chico para convertirse en Ayotlán. “Ahora ya podemos decir de dónde somos, ya nos toman en serio”, señala Fabiola Ruiz Velasco, directora de Cultura y Turismo municipal.

En Jalisco hay muchos pueblos que tienen nombres con los que la población no se identifica. En el caso de Ayo el Chico había una relación de identidad pero estaban cansados de las burlas. El resto de los casos son menos trágicos. La disputa en general es por denominaciones de santos y héroes, como en el municipio de San Gabriel, que durante décadas se llamó Venustiano Carranza y que hasta el escritor Juan Rulfo peleó para que su pueblo volviera a llamarse San Gabriel.

Otros pueblos que han cambiado su nombre son Ciudad Guzmán, que ahora es Zapotlán El Grande; Puerto de las Peñas que cambió por Puerto Vallarta; Pedro Escobedo por San Juanito Escobedo; Villas de Obregón por Cañadas de Obregón; Manuel M. Diéguez que volvió a ser Santa María de los Ángeles; y Tlaquepaque que apenas esta semana logró convertirse en San Pedro Tlaquepaque.

Después de la Conquista, muchas poblaciones que tenían denominaciones de origen nahua se modificaron con nombres de santos y durante los siglos XIX y XX cambiaron por nombres de héroes que en general no tenían que ver con la región. Los nahuas son un grupo de pueblos nativos de Mesoamérica. En Jalisco, se encuentran en la parte Sur y colindancias con Colima.

El historiador José María Muriá comenta: “Hay otros casos muy divertidos que han tenido una fusión lo indígena, los héroes y lo religioso, como Acatlán de Juárez. La palabra Acatlán significa lugar de abundancia de cañas. Durante la época colonial cambió a Santa Ana Acatlán, y en 1906, por el decreto 1158 cambió su denominación a Acatlán de Juárez, debido a que ahí le dieron cobijo en una ocasión a don Benito Juárez”, ex presidente de México.

Agrega que cada sitio debe llamarse de acuerdo con la relación que tiene la población con el nombre. “Tiene que ver con la identidad de la población y los pueblos deben tener el nombre con el que la gente se identifica. Estas experiencias deben enseñarnos que no se pueden hacer estos cambios por decreto, sólo porque a algunos se les ocurre que hay que festejar a los héroes o a los santos”.
Es decir, el triunfo no debe ser ni para los nombres divinos, ni para los grandes héroes que se platican en la escuela. La población debe tener la última palabra.

Adiós albures

Desde 1980, el notario José Ruiz Velasco Gómez ofreció al Ayuntamiento de Ayo el Chico cambiar su nombre, para lo cual no les cobraría ni un centavo, pues su objetivo era detener las burlas de la gente externa.

Fabiola Ruiz Velasco, directora de Cultura y Turismo municipal, comenta que por esa gestión se le dio a su tío el nombramiento de benefactor. “La gente estaba muy contenta porque éramos motivo de albures. ‘Que si ya lo hayaste’, ‘que si éramos de oyo el chico’ y puras cosas de esas nos decían. Entonces, indagaron el origen del nombre y decidieron que lo más cercano a Ayo era Ayotlán. De ahí, el pueblo agarró prestigio”.

La palabra Ayotl es de origen nahua y significa lugar donde hay abundancia de agua. Con la llegada de los españoles se castellanizó a “Ayo” y le añadieron el calificativo de “Chico” en 1583, pues en Guanajuato ya había un poblado con el mismo nombre. Fue hasta la década de 1980 cuando se logró el cambio por Ayotlán, mediante el decreto número 10390.

“No sobrevivieron a los albures y le cambiaron el nombre a Ayotlán, con lo cual le cambian la personalidad, pues significa lugar de tortugas”, comenta José María Muriá, quien la semana pasada fue reconocido con la Orden Isabel la Católica.

Amor por Zapotlán el Grande


Los primeros registros de la población de Zapotlán datan del siglo XVI, cuando llegan los españoles a esta región. El cronista José Fernández González cuenta que la palabra es de origen nahua y significa “lugar donde abundan los zapotes”.

Fernández González explica que los peninsulares normalmente combinaban los nombres prehispánicos con el nombre del misterio del día de la fundación de cada población. En el caso de Zapotlán, se fundó el día de Santa María de la Asunción y por ende se llamó Santa María de la Asunción de Zapotlán. Con el tiempo, el nombre de la santa quedó en desuso, y a finales del siglo XVIII, se les anexa al territorio diocesano de Guadalajara. “Como ahí había dos pueblos que se llamaban igual y entonces nos llamaron Zapotlán el Grande”.

En abril de 1856, Santos Degollado, ex gobernador de Jalisco, decidió honrar la memoria de su amigo Gordiano Guzmán, por lo que a Tamazula le agregó el “de Gordiano” y a Zapotlán, por ser el principal centro económico de la región, le cambió a Ciudad Guzmán.

“Desde aquel entonces, los zapotlenses estaban inconformes, porque además era un personaje oscuro que participó en muchas revueltas durante la guerra de Independencia. Nunca se aceptó porque se honraba a una persona que no tenía ninguna identidad con la gente. En lo eclesiástico nunca se aceptó el nombre de Ciudad Guzmán y también hubo artistas que pelearon por regresarle el nombre original, como fueron Juan José Arreola y José Clemente Orozco”.

A pesar de muchos intentos, fue hasta que Alberto Cárdenas asumió como gobernador de Jalisco cuando se decretó que el municipio de Ciudad Guzmán cambiaría a Zapotlán el Grande, aunque la cabecera municipal se quedaría igual.

“Era difícil cambiar la nomenclatura del pueblo, porque era muy costoso cambiar la papelería oficial, los mapas geográficos, etcétera. Era un gasto que no se podía soportar”, describe el cronista.

José Fernández González resalta que en el Sur de Jalisco parece que “estamos desarraigados, que andamos en búsqueda de la identidad, porque es una zona que, a diferencia de los Altos de Jalisco donde hay mayor homogeneidad, acá concentramos mucha riqueza cultural”.

Aunque para algunos fue un triunfo recuperar el nombre de Zapotlán el Grande, para muchos era como “bajar de nivel”, pues consideran que es una palabra con olor a tierra, a campo.

El arraigo a San Pedro Tlaquepaque

El nombre original es Tlaquepaque que significa “lomas de barro”. Cuando los españoles llegaron al pueblo, no les gustó el nombre y le agregaron el “San Pedro”.

El cronista municipal Bernardo Casas señala que los primeros documentos que se enviaron al rey de España hablaban de “San Pedro Tlaquepaque” y a más de 400 años de esa denominación, “la gente de aquí sigue diciendo vamos a San Pedro, sólo la gente de fuera le llama Tlaquepaque”.

El término de San Pedro se eliminó del nombre del municipio después de la guerra de Reforma, tiempo en el que se buscó eliminar toda relación o afinidad de la Iglesia Católica, incluidos los que había en la toponimia.

“Salió el decreto 73 en 1915 que decía que todas las calles y plazas debían eliminar los nombres religiosos. Y entonces lo eliminaron de Tlaquepaque, pero ese decreto no incluía a los pueblos. Y aún con ése, la gente siguió diciéndole San Pedro”, agrega el cronista.

Finalmente, la semana pasada, el Congreso del Estado aprobó el cambio de la nomenclatura de Tlaquepaque a San Pedro Tlaquepaque.

Pueblos y municipios que han cambiado denominación

-El pueblo de Unión ahora es Unión de San Antonio.
-El pueblo San Juan Atlitic cambia de nombre en 1939 a Antonio de Escobedo, y en 1998, mediante decreto 17112, queda como San Juanito Escobedo.

- Al pueblo de San Gabriel lo nombraron Venustiano Carranza en 1934, y la población peleó por recuperar el nombre original, hasta que en 1993 lo lograron con el decreto 15093.
-El 7 de enero de 1997 Ciudad Guzmán cambia de nombre a Zapotlán el Grande, conservando intacto el de la cabecera municipal, mediante el decreto 16474.

-Ayo el Chico cambia por Ayotlán. Ayo viene del náhuatl ayotl, que significa abundancia de agua. El Chico se le agrega para distinguirlo de otro poblado de igual nombre de Guanajuato. El 17 de enero de 1981 quedó como Ayotlán.

- En el siglo XIX se erigió Valle de Mazamitla, y en 1911 se cambió por Valle de Juárez en honor a Don Benito Juárez.

- En el sitio llamado originalmente Huiloapan, que significa “sobre el palomar”, durante la época colonial hubo actividad minera y se le llamó “Real Hacienda de Beneficio del Oro”. Luego, en 1889, se decretó que se llamaría Santa María de Guadalupe y, años después, lo convierten en el municipio de Manuel M. Diéguez. En 1996 el Congreso del Estado decreta el nombre de Santa María del Oro.

¿Cómo se hace la modificación?


1.- El municipio realiza una iniciativa dirigida al Congreso del Estado en la que solicita el cambio de la denominación mencionando en la exposición de motivos las razones.
2.- El Congreso deriva la iniciativa a la Comisión de Gobernación, ésta la revisa y emite una convocatoria a los ciudadanos del municipio en cuestión a dar su punto de vista.
3.- Si la población está de acuerdo en su mayoría, se dictamina y se emite el decreto con el cambio de nombre.
4.- El Congreso notifica al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) sobre el cambio de nombre del municipio.
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