Jalisco
Psicología de las parejas del mismo sexo
Así como se instituye con bombos y platillos los “matrimonios” entre parejas del mismo sexo, ya tenemos que ir pensando en la ola de divorcios que se avecina
Si de por sí, las parejas de heterosexuales tienen una tarea muy difícil que enfrentar durante su vida conyugal, ahora imaginemos la compleja tarea que tienen frente a sí las homosexuales. Así como se instituye con bombos y platillos los “matrimonios” entre parejas del mismo sexo, ya tenemos que ir pensando en la ola de divorcios que se avecina.
En una reciente charla con un homosexual que se opone a los llamados “matrimonios gay”, argumentaba que es una realidad la vida atormentada e inestable que viven en su mundo. Empezando por la poca fidelidad y la intensa tendencia a ser apasionados y sensibles, hacen que se comporten en forma voluble y muy propensa a reclamar y pelearse por cualquier cosa. Además, la violencia suele tener los componentes masculinos y femeninos, es decir, puede ser tan pasiva como muy proclive a las ofensas e insultos, tanto emocional como físicamente.
Por supuesto que no todas las parejas de homosexuales viven o tienen que ser atormentadas e infelices; pero hay que reconocer que no son relaciones fáciles y dichosas. Hay quien acepta que las parejas de lesbianas son mucho más estables que las masculinas; pero aun así existe mayor riesgo de inestabilidad y ruptura que en las parejas de heterosexuales, hechos que se deben de investigar y confirmar en forma científica, antes de darles la autorización para que sean aptos para adoptar infantes.
Si de por sí es muy compleja la decisión de otorgarles la adopción a parejas heterosexuales, ahora resulta mucho más reto saber distinguir a qué parejas de homosexuales sí se les puede dar tamaña responsabilidad. Especialmente si también están expuestos al divorcio, pensando en quién ha de caer la responsabilidad de quedarse a vivir con los hijos adoptados.
Cuando se promueven este tipo de permisos legalmente, muchas veces no se contemplan las consecuencias y las implicaciones tan serias que están en este asunto. Como por ejemplo, ¿quién va a confirmar que los dos sujetos que se presenten ante el juzgado para casarse, si son una pareja de homosexuales, o son solamente unos improvisados y ventajosos individuos que buscan recibir las ventajas que ahora les da la ley para posteriormente buscar la adopción y tener una criatura para otras intenciones que no sean precisamente la educación y el amor?
Y por otro lado, ¿de qué privilegio gozan las parejas de personas del mismo sexo para poder adoptar, y no las tías solteronas que viven solas y que desearían adoptar un bebé, pero no son homosexuales, sino son hermanas? ¿Por qué ellas no deberían recibir también el derecho de adoptar?
Nada sustituye a un verdadero hogar ni a un auténtico matrimonio. Los tornillos sólo sirven con su respectiva tuerca, dos iguales juntos nunca harán un verdadero matrimonio.
dellamar@yahoo.com
En una reciente charla con un homosexual que se opone a los llamados “matrimonios gay”, argumentaba que es una realidad la vida atormentada e inestable que viven en su mundo. Empezando por la poca fidelidad y la intensa tendencia a ser apasionados y sensibles, hacen que se comporten en forma voluble y muy propensa a reclamar y pelearse por cualquier cosa. Además, la violencia suele tener los componentes masculinos y femeninos, es decir, puede ser tan pasiva como muy proclive a las ofensas e insultos, tanto emocional como físicamente.
Por supuesto que no todas las parejas de homosexuales viven o tienen que ser atormentadas e infelices; pero hay que reconocer que no son relaciones fáciles y dichosas. Hay quien acepta que las parejas de lesbianas son mucho más estables que las masculinas; pero aun así existe mayor riesgo de inestabilidad y ruptura que en las parejas de heterosexuales, hechos que se deben de investigar y confirmar en forma científica, antes de darles la autorización para que sean aptos para adoptar infantes.
Si de por sí es muy compleja la decisión de otorgarles la adopción a parejas heterosexuales, ahora resulta mucho más reto saber distinguir a qué parejas de homosexuales sí se les puede dar tamaña responsabilidad. Especialmente si también están expuestos al divorcio, pensando en quién ha de caer la responsabilidad de quedarse a vivir con los hijos adoptados.
Cuando se promueven este tipo de permisos legalmente, muchas veces no se contemplan las consecuencias y las implicaciones tan serias que están en este asunto. Como por ejemplo, ¿quién va a confirmar que los dos sujetos que se presenten ante el juzgado para casarse, si son una pareja de homosexuales, o son solamente unos improvisados y ventajosos individuos que buscan recibir las ventajas que ahora les da la ley para posteriormente buscar la adopción y tener una criatura para otras intenciones que no sean precisamente la educación y el amor?
Y por otro lado, ¿de qué privilegio gozan las parejas de personas del mismo sexo para poder adoptar, y no las tías solteronas que viven solas y que desearían adoptar un bebé, pero no son homosexuales, sino son hermanas? ¿Por qué ellas no deberían recibir también el derecho de adoptar?
Nada sustituye a un verdadero hogar ni a un auténtico matrimonio. Los tornillos sólo sirven con su respectiva tuerca, dos iguales juntos nunca harán un verdadero matrimonio.
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