Jalisco

Presa en Colombia cambia rostro de una comunidad entera

Testimonio de una mujer colombiana que padece los estragos de la Presa Hidrosogamoso, en proceso de ejecución

GUADALAJARA, JALISCO (27/AGO/2014).- Resistieron los embates de la inseguridad provocada por las guerrillas y el paramilitarismo de Colombia durante años. Pese a las constantes confrontaciones entre ambas fracciones, y a que su espacio de residencia tuvo varios episodios álgidos en este tenor, Claudia Patricia Ortiz Gerena siguió su vida en el municipio de Betulia, gozando de la proximidad de ese espacio con el Río Sogamoso.
 
Estaba en un núcleo calificado como "zona roja" en el pleito sostenido entre guerrilleros y paramilitares. Pero es la cercanía de esas tierras con el cuerpo de agua, y no los choques entre grupos armados, lo que ha ido acabando con el entorno.
 
Desde hace años, el anuncio de la inminente construcción de la Presa Hidrosocamoso advirtió un cambio radical en el modo de vida de los habitantes de la Vereda de la Putaña, en el municipio de referencia en el que habitan cerca de seis mil personas. La ejecución de obras se encuentra por debajo de la mitad, y las secuelas del proyecto ya inciden en la comunidad.
 
Patricia Gerena recorrió este martes la zona de afectación por la Presa El Zapotillo, y tras platicar con varios de los habitantes de las delegaciones en riesgo decidió narrar su experiencia. Y desde su óptica, la edificación de embalses cuya argumentación y defensa está en el "beneficio" y el "progreso" no es tal; por el contrario.
 
El embalse se encuentra aún en proceso de ejecución. Está a menos de la mitad en la agenda proyectada y, lejos del progresismo que se les expuso, hay "inequidad, injusticia, daño ambiental, violación de derechos humanos e inseguridad alimentaria".
 
Considera distante el discurso que se les dio a la realidad que ha provocado Hidrosocamoso, pues en adición a que se inundarán terrenos fértiles (lo que modificará su autosuficiencia alimentaria y les obligará a depender de terceros para abastecerse), hay otros males que derivan de la ejecución de obras.
 
Destaca la prostitución en la zona, y el hecho  de que hay menores de 12 años embarazadas, lo que a su vez significa un repunte en la taza de madres solteras y, por ende, de desintegración familiar. También habla de una proliferación de bares y el incremento en delitos como el robo, así como en el consumo de drogas.
 
La localidad ha cambiado, dice, y todo ocurrió después de la primera piedra de la hidroeléctrica, cuyas licencias y autorizaciones fueron entregadas al margen de los habitantes. "Nadie sabía que ya estaban autorizadas; nunca nos dieron información al respecto".
 
En su opinión, las autoridades y la empresa que ejecuta la obra se "aprovecharon" del bajo nivel educativo de quienes habitan allí, y la escasez de información sobre su condición futura ha generado una incertidumbre en el sitio que a varios de los residentes de ese núcleo les ha llevado a pensar que será la presa, y no la violencia entre los grupos rivales, lo que finalmente motive al éxodo de Betulia.
 

EL INFORMADOR / ISAACK DE LOZA
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