Jalisco
Preguntas obvias
Es imposible no tener la sensación de impotencia cuando hay un caso como el de las niñas asesinadas en El Fresno y resulta que todos sabían todo
Es imposible no tener la sensación de impotencia cuando hay un caso como el de las niñas asesinadas en El Fresno y resulta que todos sabían todo. En la colonia los vecinos te dicen claramente quiénes son la malandros; la policía saca la base de datos y nos apantalla con su conocimiento del tema; en internet está a la mano la radiografía del problema, pero nadie hicimos nada. Los vecinos, por temor o porque tienen un pariente o amigo involucrado, prefieren callar y vivir con el problema antes que enfrentarlo. La policía o se hace de la vista gorda o se dedica a extorsionar, si no es que a regentear, el negocio de la delincuencia (en la mayoría de los casos es la segunda opción, pero ambas actitudes son igualmente corruptas). La sociedad preferimos hacer como que no vemos, no oímos, no sabemos y cuando la realidad irrumpe de manera abrupta, hasta nos hacemos los sorprendidos. Ni vecinos, ni autoridades ni sociedad hicimos nada ante un problema que lleva, ojo, 25 años.
Pero la Colonia del Fresno no es la única. Son decenas de colonias en la Zona Metropolitana de Guadalajara donde la situación de violencia y el control territorial de las mafias y pandillas prácticamente las han convertido en, valga la metáfora, colonias fallidas. Esto es, colonias donde el Estado no tiene el monopolio de la fuerza, donde las calles tiene autoridades de facto que ponen e imponen las normas de conducta (a qué hora se puede salir, quién puede andar en qué calles, cuáles son los códigos de comunicación y acceso, etcétera) y donde la policía es parte del problema y no de la solución.
¿Se puede hacer algo? Por supuesto que sí, pero lo primero es no verlo como un tema policial ni mucho menos como un asunto que compete sólo a los vecinos de la colonia. Patrullar más y mejor y rotar a los elementos, es sin duda un buen primer paso, pero este es un problema social. En El Fresno no hay nada parecido a un parque o unidad deportiva (lo más cercano es la Unidad López Mateos y para llegar a ella hay que atravesar nada menos que el cruce de Colón y Lázaro Cárdenas), no digamos infraestructura de recreación. Si queremos que los chavos no vean como opción la delincuencia, tenemos que abrirles otras puertas, igual de grandes, igual de atractivas y de mayor dignidad, diría Sergio Fajardo. Eso requiere inversión y participación del Ayuntamiento, el Gobierno del Estado e incluso el federal, pero sobre todo de la sociedad: a diferencia de otras colonia, en la del Fresno hay grandes empresas que son, o deberían ser, las primeras interesadas en que el lugar donde está su patrimonio no sea una colonia fallida.
Pregunta obvia ¿qué sigue; quién convoca?
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