Jalisco

Por unos cuantos litros

Con un cuerpo inerte en su comedor y otro a ''medias'' en su pasillo, no sabía si huir, despojarlos del dinero o entregarse

GUADALAJARA, JALISCO (02/MAY/2010) .- Nadie pensaría que al ingresar a trabajar a algún empleo cualquiera, éste podría ser último de nuestra vida. Ni mucho menos que al tratar de ser buen “samaritano”, ayudando al prójimo al fiarle productos de un negocio ajeno, se pagaría con la muerte.  

Julio César Silva Sánchez, de 19 años de edad, ahora ex trabajador de una empresa lechera que, irónicamente, el nombre coincide con los dos dígitos de su edad –19 Hermanos–, piloteaba su unidad de cargo en compañía de José Guadalupe García Hermoso, de 27 años, sobre la calle Azaleas, en la colonia Hacienda de la Mora, del Municipio de Zapopan.

De pronto recordó que el comerciante Luis Alfonso López Recinos, de 34 años, quien habitaba el 936, de la misma calle por donde circulaban, le debía una deuda de mil pesos, derivado de varias “rejas” de leche y jugos que éste le debía. Su memoria provocó que Silva Sánchez se detuviera a las afueras de dicho domicilio, del cual –jamás pensó– ya no saldría con vida.

El copiloto lechero esperaba a bordo de la camioneta.

Impacientado por la tardanza, cambiaba, de lado a lado, el cuadrante de las estaciones de radio. Ninguna estación radiofónica le apetecía; cumbias, banda, reggaetón, pop, norteñas, ska, en fin.

Gran variedad de música en la radio, sin embargo, todo le enfadaba. La angustia se apoderaba de él al pasar los minutos, minutos que se le hacían días.

“Algo está pasando allá dentro, esto ya no me está gustando”, decía.

Hasta que se armó de valor y, tras la impaciencia que se había apoderado de él, decidió ir a ver lo que ocurría el interior de la finca 936.

Cuál sería su sorpresa, cuando al ingresar al domicilio –específicamente en el pasillo–, López Recinos atacó a García Hermoso, quien instantes atrás acababa de conversar por última vez con quien fue su compañero de trabajo en los últimos meses.

Golpes, puntapiés y martillazos le “llovieron” al copiloto.

Quedando casi inconsciente, cayó al piso; toda una película de su vida le pasó por la mente, mientras perdía la consciencia.

Mientras tanto, el deudor, Luis Alfonso López Recinos, pensaba en qué hacer. Con un cuerpo inerte en su comedor y otro a “medias” en su pasillo, no sabía si huir, despojarlos del dinero o entregarse.

Dentro de su ira hubo un momento de cargo de consciencia, por lo que mejor optó por llamar a las autoridades él mismo.Se delató como el hombre que le dio muerte a aquel joven que por tratar de ser “camarada”, al fiarle hasta mil pesos en jugos y leche de una empresa ajena, perdió la vida por una deuda insignificante de algunos cuantos litros.

Antes de llamar a los representantes de la ley, también quiso terminar con la vida del copiloto lechero al asestarle decenas de martillazos en la cabeza.

Tal y como lo hizo con el joven de 19 años de edad, al propinarle, además de varios golpes, 10 heridas por agente punzo cortante, de las cuales seis de éstas fueron distribuidas en la cabeza; dos en el lado izquierdo del cuello y dos en dedos de la mano derecha, según reportó el médico legista del Servicio Médico Forense, cuando le realizó la autopsia de ley.

Rato más tarde, el presunto homicida fue capturado por la Policía Investigadora que lo consignó a la Procuraduría de Justicia de Jalisco, la cual, a su vez lo puso a disposición del Juzgado Décimo Quinto de lo Penal, en donde fue acusado de los delitos de homicidio calificado y homicidio calificado en grado de tentativa.

Afortunadamente, José Guadalupe García Hermoso, únicamente resultó con una fractura en la mano izquierda y tres heridas por agente contundente.

Pero quedó con una cicatriz que llevará de por vida: el haber perdido a su compañero de trabajo tan sólo por unas rejas de leche, por unos cuantos jugos, por unos cuantos litros.
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