Jalisco

Por un volante sin alcohol

Las inseguridades de los padres deben ser superadas

No hay como darles seguridad a nuestros hijos y ayudarlos a que sean capaces de superar cualquier tipo de miedos. Pero esto no parece posible, si los mismos padres de familia nos empeñamos en trasmitirles nuestros miedos y contaminar sus vidas con inseguridades.

Muchos jóvenes se quejan de que sus padres tienen miedo para dejarlos volver tarde a casa, especialmente los fines de semana, por temor a un accidente; sobre todo, debido al elevado consumo de alcohol, combinado con el volante, que ya sabemos ocasiona tantas muertes.

Es cierto que existe este peligro y que es una realidad contundente, muchos mueren los fines de semana por conducir en estado de ebriedad. Pero el miedo de los padres no debe ser el motivo para que un joven salga por las noches, pues ante todo, las inseguridades de los padres deben ser superadas.

El dilema es muy importante, o dejas que tus hijos salgan y confías en que serán responsables de sus actos, y cuidarán de no beber y conducir, o de no subirse al auto cuando el conductor no esté plenamente sobrio, o de plano te la pasarás supervisando, vigilando, controlando y desde luego perturbando tu sueño cada fin de semana, con la trágica idea de que en algún momento será tu hijo el que sea víctima de un accidente.

Muchos padres de familia optan por la segunda fórmula y permanecen angustiados y sufriendo todo tipo de temores, inyectando a los hijos sus inseguridades y preocupaciones que serán justificables en todo momento.

Y los hijos terminarán siendo la medicina para que los adultos puedan conciliar el sueño y estar tranquilos los fines de semana, lo que sin duda alguna genera muchas fricciones y agobios, motivados por la desconfianza que representa vivir con el acecho de lo peor.

De esta manera, padres e hijos sufrirán de la mutua desconfianza que genera la embriaguez social de cada fin de semana.

La decisión está en los padres y, sin duda, recomendamos que sea la confianza, el diálogo y la constante comunicación la que aumente la tranquilidad de la vida familiar.

Pero ése no es el punto central para generar más seguridad en nuestros hijos y que no tomen y conduzcan, está en sumarnos a las campañas de concientización y en vez de luchar con nuestros hijos, tratemos de evitar la proliferación de antros, bares y lugares de diversión que sean inconscientes e irresponsables. Tenemos que insistir en los programas del conductor designado y sumar a los dueños y gerentes de antros para que ya no sirvan más alcohol a los alcoholizados, y mucho menos que al salir sean libres de conducir así.

Con los hijos somos exigentes y estrictos, los castigamos y les reclamamos, pero somos muy tibios con las autoridades y los lugares que provocan que los jóvenes sean tan irresponsables. A ellos también les debemos exigir mucho, especialmente a los que permiten que entren menores y a los que no se comprometen con los borrachos que salgan de sus antros.
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