Jalisco

Policías indefensos y solos

¿Cómo recriminar a los policías, si se sienten solos e indefensos frente al poder de los criminales? ¿Cómo pedirles que sean héroes?

En Jilotlán de los Dolores, el jueves pasado, mataron a nueve policías estatales de Jalisco. El nombre de este pueblo evoca uno de esos lugares donde Luis Estrada filma películas cruzadas de humor y tragedia, como La Ley de Herodes y El Infierno, pero no es ningún pueblecillo perdido en la polvorienta serranía, se trata de la cabecera de uno de los 125 municipios del Estado.

Para darse una idea del desarrollo de Jilotlán, baste saber que el Gobierno del municipio ni siquiera tiene una página de internet, lo cual es increíble cuando la primera década del siglo XXI está por terminar y Jalisco acaba de anunciar hace unos días, ante todos los países miembros de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, que proyecta una red estatal de banda ancha que le garantiza liderazgo nacional y latinoamericano en comunicación digital.

Pero Jilotlán, que no llega a tener su propio sitio en internet, sí tiene una famosa vecindad con el Estado de Michoacán que se traduce en un nivel de inseguridad tal que, en palabras de Luis Carlos Nájera, provoca que en algunos lugares “se viva en toque de queda, aunque no esté declarado”.

Nájera es el secretario de Seguridad Pública de Jalisco y en términos prácticos, era jefe de los fallecidos policías estatales. El fin de semana, frente a los parientes de los muertos y ante los atentos oídos de los otros policías que acompañaron los restos de sus compañeros caídos, denunció que a sus hombres “los dejaron solos” en la balacera. Recriminó a los policías de Jilotlán haber desoído las peticiones de apoyo de quienes perdieron la vida ante sicarios de La Resistencia, es decir de los cárteles de La Familia, del Golfo y del Milenio.

Pero además, Nájera encarna la defensa de los jaliscienses frente a las embestidas del crimen organizado y del narcotráfico. Vale la pena observar a a este funcionario cercano al gobernador Emilio González, pues con él llegó al puesto que hoy ocupa, y antes fue director de la Policía de Guadalajara cuando el gobernador era alcalde.

Nájera estuvo días atrás en la redacción de este diario. Dos detalles de su persona llamaron la atención de este columnista: llevaba un pequeño anillo con esmeralda, harto sofisticado se diría, y se sujetaba el cuello con una corbata poblada de calaveras cruzadas con dos huesos de tibia humana; una popular imagen de la muerte.

Frente a los nueve cadáveres de quienes fueron sus hombres, el secretario que viste joyas esmeradas y calaveras, dijo saber que muchos de los policías estatales tienen planes de retirarse de la corporación. Les pidió orgullo y coraje frente al dolor. Pero en el sepelio no estaban ni el gobernador ni el secretario de Gobierno.

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