Jalisco

Plumas de Jalisco

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En tres patadas por Diego Petersen Farah
Franeleros y espacio público
Cada quien habla del franelero como le va en la estacionada. Para muchos es un servicio, pues les resuelve el problema de asegurarles el lugar del estacionamiento, de manera ilegal y en detrimento de otros ciudadanos, pero es un servicio que están dispuestos a pagar porque en la cultura del agandaye, el gandaya es un prestador de servicios. Pero desde el punto de vista de un ciudadano común y corriente que busca estacionar su auto en un espacio público, en una calle, el franelero es un extorsionador, porque si no le pagas (en algunas casos es cuota fija, en otros a voluntad) hay una amenaza latente a la seguridad de las personas o de su auto. Eso aquí y en Chicago se llama extorsión, y es delito.
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Pica... porte por Anflopo

¡Sólo eso nos faltaba¡
 Pretende la autoridad
a todos los “viene-viene”
regular su actividad.
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Entre veras y bromas por Jaime García Elías

— Especulaciones
Otra nota tangencial con respecto al “Caso Diego”: la apoteosis de la fantasía; la crisis de la verdad...
—II—
Las medidas dispuestas por las autoridades, el sábado, a raíz de las especulaciones derivadas de la “desaparición” —por seguir utilizando el descafeinado eufemismo genérico de los boletines oficiales— de Diego Fernández de Ceballos, se comprenden.
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Al revés volteado por Norberto Álvarez Romo

La rebelión de los suelos
Uno de los destacados libros del Siglo XX (considerado por algunos el mejor en español) fue “La rebelión de las masas”, cuyo autor ha sido considerado también una de sus mentes más brillantes.
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