Jalisco
¿Peatonalizar Chapultepec?
No es que no haya peatones por Chapultepec, de hecho es de las pocas vías de la ciudad que cuenta con espacios públicos como el paseo peatonal
Circula de vez en vez una idea presumida genial que sugiere eliminar el tráfico vehicular por el corredor vial de la Avenida Chapultepec, que va desde la Plaza de La República (que celebra nuestra libertad e independencia como nación) hasta el monumento a los Niños Héroes (que celebra lo mismo).
La idea vuelve ahora como una ola de la “movilidad no motorizada”; una moda que recolecta el ecologismo sentimental que ingenuamente surge de manera intermitente en nuestra sociedad.
No es que no haya peatones por Chapultepec, de hecho es de las pocas vías de la ciudad que cuenta con espacios públicos como el paseo peatonal. Esto por su andador central.
En lo que quizás ha sido el principal acierto de la pasada administración municipal, el camellón de Chapultepec fue atinadamente rehabilitado y ha resucitado otra vez como aquel agradable corredor cuyo diseño original promovía, invitaba y ocasionaba los paseos peatonales. Lamentablemente, no les alcanzó para las banquetas laterales, por donde van la mayoría de los transeúntes.
Más que peatonalizar (pues ya está bastante peatonalizada), la propuesta es más radical y excluyente: es la de desmotorizar. Promueve prohibirles el acceso a los vehículos motorizados con el afán de dar un supuesto golpe al uso extensivo del automóvil en nuestra ciudad. Una conjetura especulativa muy ingenua, poco pluralista y demasiado superficial.
Ciertamente, el problema del congestionamiento de nuestras vialidades (ocasionado por el desordenado crecimiento que ha sufrido la ciudad en los últimos años) se acerca a niveles de molestia poco soportables para muchos. Sin embargo, las soluciones inteligentes no están en las ocurrencias incautas. Están en el equilibrio que logren los distintos sistemas funcionales en la dinámica de la ciudad. Entre ellos están las formas de movilidad, en general, y los medios del transporte público, en especial. En esto seguramente habrá más opiniones que peatones.
Para muestra, la ciudad de Barcelona ha logrado atinadas soluciones en este tema. Está, por ejemplo, el paseo de las Ramblas, que ha conseguido una dinámica equilibrada donde “lo peatonal” tiene calidad muy preferente, mas no excluyente, ante los pocos vehículos que por ahí transitan. En otras zonas, las proporciones y preferencias varían entre peatones y motores.
Pero, quizás más que adoptar las ideas de otros, nos haría mejor parar y recapitular sobre las maneras en que se alcanzan las decisiones y se diseñan las obras públicas, que surten efectos inciertos sobre lo que es el espacio público aquí.
Significa replantear la política pública del desarrollo urbano y reconocer bien que la movilidad forma un eje estructurante primario; considéresele consciente o inconscientemente. Por intención o por accidente, cómo se mueve la gente y sus cosas afectará a todo lo demás que sucede en la ciudad.
Ahora que está de moda celebrar la Independencia de nuestro país, quizás valdría también recordar al Marqués de Lafayette, el ciudadano francés que participó en la causa de la guerra de la Independencia de los Estados Unidos de América, y que alentó de inspiración para la de aquí en México.
Ahí va otra idea genial e innovadora para el corredor Chapultepec: regresarle su nombre original y darle así otra vez el de Paseo Lafayette, con el pretexto de celebrar el Bicentenario de la Independencia y la libertad. Y esta vez, ahora sí, arreglar bien sus banquetas.
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