Jalisco
Pastillas para no dormir, casi ineludibles
Les gusta su trabajo, pero la competencia es tan dura que no pueden negarse a los viajes largos; para soportarlos, necesitan los fármacos
La ruta Cihuatlán-Puebla es el viaje más frecuente de César García: son 15 horas de trayecto acompañadas de una o dos pastillas para no dormir, descargar el chile jalapeño o serrano en su destino; luego, cuatro o cinco horas de descanso y a repetir la operación de regreso ahora con naranjas, tunas u otras frutas, pero nuevamente con la ingesta de anfetaminas. “Sí nos sentimos cansados pero el compromiso es llegar”, reconoce. Por viaje redondo percibe cuatro mil 200 pesos.
Las largas 15 horas de conducir se soportan sólo con el consumo de inhibidores del sueño, y los tienen que tomar, dice el operador: de otra manera no permanecería despierto para llegar en los tiempos estipulados a su destino. Y si no lo hace él, hay otros muchos dispuestos a realizar el trabajo.
Los tres hombres admiten ser consumidores de anfetaminas; rechazan que utilicen algún otro tipo de droga, como cocaína, mariguana o cristal. Coinciden en que es necesario usar esas pastillas que se utilizan para adelgazar, a fin de lograr cubrir los largos trayectos sin dormirse.
“Sí tomamos (anfetaminas), a veces una o dos pastillas durante toda la noche; no abusamos mucho. Si no las tomamos, puede uno ocasionar un accidente: una dormida es algo fatal; en décimas de segundo, no ocupas mucho tiempo para eso; por eso es que las tomamos: preferimos ir bajo los efectos de una droga, como comúnmente se dice, a que pase un accidente”, justifica César.
Desde el punto de vista del transportista jalisciense, hay más probabilidades de quedarse dormido al volante cuando no se consumen anfetaminas que cuando se toman. Una vez que pasan los efectos de las pastillas, describe, siente sueño, cansancio y entonces toma otra pastilla o, en ocasiones, también recurre descansar una hora y media o dos.
La utilización de anfetaminas entre los choferes del servicio de transporte público federal está prohibida, al igual que el consumo de drogas como la cocaína, mariguana y otras sustancias, y se sanciona, en caso de detectarse en los exámenes toxicológicos, con la cancelación de la licencia de conducir, tema del que comenta estar consciente. Pero se tiene que arriesgar, para evitar que otros le ganen el empleo.
“El cliente es primero y si tú no haces el compromiso de llegar a las necesidades del cliente, el cliente busca otro camión y a ti te hacen a un lado; la competencia es mucha”.
Al preguntar a César qué tan generalizado es el uso de anfetaminas entre los operadores, responde: “¿Así, a la realidad? 98 por ciento; si no tomáramos anfetaminas, te aseguro que habría muchos accidentes”.
Al preguntar a sus acompañantes la cantidad de pastillas que consumen por noche de viaje, Luis y Víctor responden que dos o tres.
César manifiesta que tiene bajo control el consumo de anfetaminas: sólo las utiliza cuando va en carretera a cumplir con un viaje de trabajo; “no las tienes que tomar a diario o continuamente”. En carreteras de Jalisco, nunca le han realizado un examen antidoping.
En otros países las condiciones laborales de los choferes son distintas; en Estados Unidos trabajan 10 horas y descansan ocho “y aquí no: son 15 horas y tienes que llegar porque tienes que llegar y el cliente está con el teléfono: ¿y dónde estás? ¿Dónde vienes? En ocasiones llegas, entregas la mercancía, descargan en dos o tres horas y ya está listo el siguiente viaje; esas horas aprovechas para dormir”.
En cuanto al consumo de drogas como cocaína o mariguana, menciona que es más discreto; admite que más recientemente hay uso de cristal; “la raza lo está utilizando mucho”, indica el hombre, quien por herencia paterna y gusto se convirtió en operador desde hace alrededor de 14 años. “Me gusta lo que hago”.
Causas múltiples
Son diversas las causas que conducen a los operadores del transporte de carga al consumo de anfetaminas para mantenerse despiertos: la inseguridad en las carreteras que obliga a efectuar trayectos largos, la falta de áreas de descanso vigiladas, la inexistencia de un reglamento con horarios máximos de conducir, los apretados tiempos para la entrega de mercancías y hasta la corrupción.
El delegado en Jalisco de la Confederación Nacional de Transportistas (Conatram), Diego Bolio, reconoció que es recurrente el uso de anfetaminas en pastillas verdes, o “periquitos”, para aguantar largas jornadas sin pararse a descansar, por la inseguridad en las carreteras: “Realmente no hay lugares seguros para el descanso de los operadores ni de día ni de noche; estamos expuestos a que en cualquier lugar nos asalten”.
En países como Estados Unidos hay áreas de descanso seguras; además se establecen, por ejemplo, cuatro horas de conducir por una o dos de descanso; sin embargo, este último tema no está reglamentado en México.
El representante camionero dijo que no es fácil calcular cuántos choferes consumen anfetaminas, pues ni siquiera la información de los exámenes oficiales muestra la realidad a causa de la corrupción: los conductores evitan las pruebas mediante la entrega de dinero a funcionarios. “Cuando van a llegar a un lugar donde les puedan hacer un examen, prefieren llegar y dar dinero a que les hagan un examen y salgan positivos”.
EL CECAJ PIDE MÁS COLABORACIÓN
“El sector público tiene que hacer más”
La irresponsabilidad de las empresas contratantes impulsa en buena medida el consumo de anfetaminas entre los choferes del transporte de carga: es un secreto a voces. Pero, al mismo tiempo, por parte de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) hace falta mayor intervención y no sólo preventiva: “El sector público tiene que hacer más por estas personas, por humanidad, por salud pública. Puede estar identificado como un problema de salud pública si se hiciera un diagnóstico más generalizado”, opinó Víctor González González, encargado del Centro de Atención Primaria en Adicciones del Consejo Estatal Contra las Adicciones en Jalisco (CECAJ), de la Secretaría de Salud. Dijo que es un problema grave y que, si las autoridades quieren evitar tragedias, “aparte de componer carreteras y puentes, vamos a componer la carretera social”.
Señaló que muchos choferes portan las anfetaminas como si fueran chicles o chocolates. A la problemática contribuye la irresponsabilidad de empresas que los contratan al hacerse de la vista gorda, a pesar de que en sus reglamentos se prohíbe la utilización del estimulante.
Otra de las acciones que desde su punto de vista debería realizar la SCT es generar un puente con las instituciones que tratan las adiciones y con las organizaciones de transportistas. Planteó la necesidad de trabajar no sólo en prevención, sino ofrecer un tratamiento estructurado específico.
El CECAJ impulsa que no se despida al personal, sino apoyar su rehabilitación, ya que el costo social de dejarlos sin trabajo sería alto. También considera oportuno que se importen modelos de trabajo con una óptica más humana.
Por lo que toca al CECAJ, González reconoció que se requiere que el organismo reactive el acercamiento con las empresas para brindarles apoyo en materia de adicciones; en estos momentos trabajan en prevención con empresas.
Al estilo de vida sedentario se suman problemas como sobrepreso, con posible diabetes; hipertensión, nutrición inadecuada, dinámica familiar con poca convivencia y el rebote que genera el consumo de anfetaminas, con depresión, por lo que en los descansos, para nivelar la ansiedad, se ingiere alcohol y tabaco. “Son puras sumas y sumas a un estilo de vida, a un círculo donde se puede identificar un ritual muy riesgoso en donde está muy presente la irresponsabilidad de las empresas de no cuidar la salud de sus choferes, anteponiendo sus intereses económicos”.
SABER MÁS
Los descubiertos
El Centro Jalisco de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes registra 53 mil conductores del servicio público federal en el Estado.
Aunque es necesario esperar a corroborar el resultado de los exámenes, en el momento en que la prueba rápida arroja un resultado positivo se impide al conductor continuar el viaje y tiene que ser reemplazado.
Cuando se confirma que un operador dio positivo a un examen toxicológico, desde las oficinas centrales de la Conatram, en la Ciudad de México, se inicia un proceso de revocación de la licencia. Para recuperarla, el conductor tiene que someterse a un tratamiento de rehabilitación en Centro de Integración Juvenil por un periodo de por lo menos seis meses.
En el Centro Jalisco de la SCT aseguraron que en los accidentes que se podrían considerar graves en los que intervinieron choferes del servicio público federal, en lo que va del año, no se ha detectado ningún caso positivo en exámenes toxicológicos.
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