Jalisco
Participación ciudadana, un reto
En el pasado reciente de nuestra ciudad, la participación ciudadana ha sido “el talón de Aquiles”
En el pasado reciente de nuestra ciudad, la participación ciudadana ha sido “el talón de Aquiles”. Ya sea como un derecho, una responsabilidad, una obligación o una necesidad, lo cierto es que se trata de un tema donde la relación gobierno y gobernados no encuentra salidas claras.
Hoy se asume, tanto por el involucramiento de la ciudadanía en asuntos significativos para la ciudad, como por los no bien logrados intentos de ciudadanizar proyectos, por la necesidad de figuras como la contraloría social o consejos ciudadanos resolutivos, pero sobre todo; después de las elecciones pasadas (tanto por los resultados como por los compromisos adquiridos por quienes resultaron electos); que el asunto requiere atención.
Es a partir de la idea de democracia y las dificultades de su ejercicio, que surgen planteamientos en la búsqueda de alternativas a los modelos actuales. Recurrentemente se cuestiona el modelo de democracia “representativa”, desde sus formas, sus procesos, es decir, como se construye. Se aspiración a la democracia “representativa”, que supone un mayor nivel de involucramiento ciudadano tanto en las decisiones como en los mecanismos. Hay visiones que apuntan a que la democracia debe ser representativa y participativa, lo que se asume como una necesidad y un reto en este siglo.
Uno de los principales escenarios donde se evidencia la necesidad y la demanda de participación ciudadana en las decisiones, es cuando nos referimos al espacio urbano. Esta idea territorial amplia, resulta ser el escenario de la expresión de poder versus la resistencia a ese poder. La naturaleza de una sociedad que tiene que llegar a acuerdos acerca de la forma en que vive y convive, no se cumple y entonces, las diferencias son llevadas al espacio público.
Las acciones que no logran los acuerdos y consensos necesarios y no cuentan con bases científicas que se compartan y discutan, apuntan a mostrar y demostrar un poder soberano, lo que resulta en acciones que no solo son poco consensuadas, sino que también pueden ser decisiones incorrectas.
La participación tiene que ver con la forma en que se gobierna, la manera en que se logran consensos y por tanto una adecuada gobernabilidad. El PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) se refiere a esto como “Gobernanza”, definida como: “La capacidad de gobernar los cambios a partir de una articulación virtuosa entre individuo y sociedad, entre actores públicos y privados, entre espacio público y privado”. Es precisamente en el informe del PNUD 2000 en Chile donde se concluye que “una sociedad fuerte supone la existencia de aspiraciones compartidas o sueños colectivos”, además que “la calidad de vida social aumenta cuando se consolidan relaciones de confianza y cooperación.”
En la búsqueda de espacios para una construcción colectiva de la ciudad, la participación ciudadana es fundamental. Ante la necesidad de involucrase, la sociedad civil recurre a alguna forma de acción colectiva para alcanzar sus fines lo cual algunos denominan “prácticas asociativas”.
Estas opciones resultan fundamentales para contrarrestar una cultura individualista que fomenta el éxito personal o familiar sobre cualquier otro propósito colectivo. Esta visión individual no solo fortalece prácticas que perjudican entornos comunes como los medioambientales, con el fomento por ejemplo del uso del auto particular, sino que además hace más frágiles las relaciones sociales y aumenta la inseguridad. Sistemas de organización y participación social como el “asociativismo” que promueven relaciones horizontales y flexibles sobre temas de interés común, “entre personas que piensan globalmente y actúan de manera colectiva en el ámbito local” forma parte de las estructuras llamadas de “el tercer sector”; se trata de grupos amplios organizados que tiene como objetivo hacer mejorar la sociedad y ciudad en la que viven. Participar es un derecho, lo cual genera obligaciones, que involucran a lo ciudadanos pero también a las autoridades de promover y respetar ese derecho.
Nuestra ciudad tiene hoy una gran potencial en el compromiso ciudadano colectivo por hacer mejor las cosas, por hacerlas bien. Aprovechar esa enorme voluntad y buscar formas de integrar, puede ser la gran diferencia entre seguir construyendo una ciudad a partir de las diferencias o emprender un proyecto de ciudad con objetivos y esfuerzos compartidos. Diálogo y acuerdos.
alfredo@infotectura.org
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