Jalisco
Pandilleros, impunes por ser menores de edad
Miedo a las represalias y padres consecuentes, contribuyen a que los delincuentes juveniles salgan sin castigo tras ser retenidos
“Es la confusión de la gente, que dice que nosotros los soltamos. No, nosotros los detenemos, los consignamos ante la autoridad y a falta de pruebas o falta de denuncia, los tienen que soltar”, dice Servando Márquez Ramírez, director de la Academia de Policía del municipio.
Acepta que la sociedad teme a las represalias, por lo que generalmente no pone la denuncia del delito. Pero eso provoca que los jóvenes sean reincidentes y anden vagando por las calles sin recibir una sanción.
Si no puedes contra ellos...
No es lo mismo ver las cosas desde fuera. Por ello, la Academia de Policía de Tlaquepaque realiza el proyecto de sensibilización con grupos vandálicos, con los mismos integrantes… en sus mismos territorios.
En el primer trimestre del año, en la colonia Santa María se llevó a cabo una reunión entre la academia y las cuatro bandas problemáticas de la zona, para tratar que sus pleitos se solventen por otros medios.
“Estamos ofreciendo encuentros deportivos de futbol, estamos como Ayuntamiento acercándoles las herramientas para poder disuadir la violencia entre los grupos”.
Fue una reunión muy tensa, asegura Márquez Ramírez. Las rencillas añejas entre grupos son más fuertes que cualquier medida que imponga la autoridad.
La idea es no llegar a las colonias conflictivas con despliegues policíacos, porque con ello sólo se resuelve el problema de momento.
Lo que se pretende es arreglar de fondo por medio de programas preventivos.
Por ley, está prohibido detener a menores de edad, por lo que sólo los retienen, y vuelve a aparecer el tema de los padres consecuentes.
El municipio mantiene contacto directo con el Consejo Estatal Contra las Adicciones en Jalisco (CECAJ), y se planea convenir que cuando se retenga a un joven bajo los efectos de una droga, los policías lo lleven a los centros Nueva Vida.
“Ellos se encargarían de hacer el trabajo de desintoxicación de los jóvenes. Nosotros con Prevención Social buscar a los padres de familia para notificarles las condiciones en las que se encontró a su hijo, que se involucren y comprometan en su seguimiento”.
En gran porcentaje, los adolescentes y jóvenes que integran las pandillas tienen alguna adicción a drogas legales como el cigarro y el alcohol, y otro tanto a drogas ilegales.
Intentan consolidar un tejido social
La actual administración de Tlaquepaque, encabezada por Miguel Castro Reynoso, tiene como meta en cuestión de pandillas disminuir los delitos cometidos por sus integrantes e integrarlos a una vida productiva, pero también evitar la inclusión de más jóvenes a las filas de estos grupos.
Castro Reynoso ha dicho en repetidas ocasiones que le apuesta más a la prevención que a la represión, por lo que el esquema para controlar a los grupos delictivos “debe estar constituido por un tejido social integrado por diversos actores”.
Incluso, habla de meter a la Iglesia por medio de grupos laicos, para el refuerzo de valores y actividades que sean atractivas a los jóvenes, “siempre respetando los límites con la religión”.
Además, se busca integrar comunidades educativas, padres de familia y presidentes de colonos para hacer un frente común.
Según el director de la Academia de Policía, se prevé incluir a los curas de las iglesias para mantener un enlace directo a través de actividades y pláticas de prevención en los grupos de catecismo.
Habló también de involucrar a los empresarios de Tlaquepaque para que patrocinen algunos insumos como papel, para publicar folletos con información de importancia para los jóvenes.
Presencia en todo el territorio
Sector 1: 21 pandillas.
Colonias: Cabecera municipal, Camichines, Hidalgo, Lindavista, Los Altos, Los Meseros y Quintero.
Sector 2: 36 pandillas.
Colonias: Alfredo Barba, Canal 58, Hacienda de Vidrio, La Duraznera, Las Huertas, Las Liebres, Lomas del Tapatío, López Portillo, Los Puestos, San Martín de las Flores de abajo, San Martín de las Flores de arriba y San Pedrito.
Sector 3: 135 pandillas.
Colonias: Barrio alto, Cerro del Cuatro, El Campesino, El Refugio, El Vergel, Guadalupe Ejidal, Haciendas del Real, Juan de la Barrera, La Guadalupana, La Indígena, La Ladrillera, La Micaelita, La Romita, Las Juntas, Las Juntitas, Las Pintas de abajo, Lomas del Cuatro, Los Artesanos, Miravalle, Ojo de Agua, Parques de Santa Cruz del Valle, Paseos del Prado, Toluquilla y Vista Hermosa.
Sector 4: 52 pandillas.
Colonias: Arroyo de las Flores, Balcones de Santa María, Buenos Aires, El Sáuz, Francisco I. Madero, Guayabitos, Jardines de Santa María, Loma Bonita Ejidal, Lomas de Santa María, Mezquitera y Nueva Santa María.
Sector 5: 20 pandillas.
Colonias: Haciendas de San José, Indígena, Jardines de Miraflores, La Candelaria, Fraccionamiento Miraflores, Parques de Santa María, Ponciano Arriaga, Santa Anita y Santa María Tequepexpan.
FUENTE: Dirección de Seguridad Pública de Tlaquepaque.
En 20 años, el fenómeno aumentó 600% en el país
En los últimos 20 años, el fenómeno pandilla ha crecido 600% en todo el país. La capital de Jalisco, junto a Monterrey y la Ciudad de México, son las ciudades que en los últimos años han padecido de una grave acentuación en cuestión de estos grupos.
En la década de los ochenta, en la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) se tenían identificadas alrededor de 80 pandillas. El crecimiento es alarmante, actualmente se concentran alrededor de 900 pandillas en la mancha urbana, según advirtió Héctor Camilo Sánchez Beltrán, investigador titular del Departamento de Clínicas de Salud Mental de la Universidad de Guadalajara.
El grado de peligrosidad es muy relativo, asegura el investigador, pero en las 900 pandillas existen desde grupos que practican el grafito como una manera de expresarse, otros que buscan la defensa de “su territorio”, hasta células vinculadas al crimen organizado.
Señala que como todos los grupos sociales, las pandillas también han tenido su evolución. En sus inicios eran llamados “chicos banda”, y no eran más que grupos de adolescentes y jóvenes que empezaban a explorar otra manera de socializar fuera de su entorno familiar, sin dañar a nadie.
Posteriormente se empezó a consolidar el fenómeno pandilla, con una actitud delincuencial, y que de albergar a muchachos que se juntaban para escuchar música y conocer gente, se convirtió en un grupo de jóvenes que comenzaron con el hostigamiento a la ciudadanía con robos a casas habitación y transeúntes.
Aproximadamente 15 años después, el problema se hizo aún mayor: “De 1995 a 2000 empieza a haber otro problema: la droga, que por lo regular no eran chavos drogadictos, les gustaba tomar alcohol, pero ahora encuentran en la droga otra manera de expresarse y empezar a ver cómo entran al ámbito delincuencial”.
En esta etapa y la actual, el “chavo” pandillero carece de casi cualquier vínculo familiar y otros jóvenes le generan un sentido de pertenencia, asegura el también doctor en psicología.
De acuerdo con Sánchez Beltrán, el conflicto “se ha ido de las manos” y muchas de las pandillas optaron por unirse a grupos delincuenciales especializados en robo a bancos, venta de piezas de coches y tráfico de drogas. Pero las pandillas actuales representan un problema más fuerte de lo que se quiere reconocer.
Urgente, la atención a adolescentes
Sánchez Beltrán señala que a pesar de la urgencia para solucionar el conflicto que causan los grupos vandálicos a la sociedad, el objetivo está muy lejano, debido a que muchos ya son células difíciles de romper.
Sin embargo, lo importante es trabajar de tal manera que los niños y adolescentes de ahora no se conviertan en los vándalos y delincuentes de mañana. Más aún cuando sus padres tienen la enorme desventaja de que los muchachos encuentran en las pandillas una nueva forma de vida, más excitante y más atractiva.
Una forma de, si bien no revertir el problema en su totalidad, puede mitigar la avalancha que se avecina con los jóvenes actuales, es hacer un trabajo conjunto entre diversas instancias, y no sólo atacar con una estrategia policial.
“Debería de haber una unidad de pandillas, pero no el enfoque policial, sino que se trabaje de un rescate de jóvenes, con mecanismos de empleo y mejores alternativas de una mejor educación”, refirió.
FRASE
"Se deben unir antropólogos, criminalistas, sociólogos, psicólogos y educadores. El problema se va a agudizar y se hará un círculo vicioso "
Héctor Camilo Sánchez Beltrán,
investigador titular del Departamento de Clínicas de Salud Mental.
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