Jalisco

Obregón, sede de las compras de pánico en Guadalajara

Todo puede pasar, desde robos, empujones, ambulantes y falta de espacio para caminar

GUADALAJARA, JALISCO (22/DIC/2014).- En Obregón todo puede pasar. Una moto con dos tipos encima puede activar una discreta alarma en el interior de los clientes. Los compradores pueden perder la capacidad de sentirse a sus anchas. Aquí, en esta calle siempre arremolinada, el verbo caminar desapareció desde hace mucho tiempo. En Obregón las personas se apelotonan, se amontonan y se trompican en unos límites impuestos por los comerciantes ambulantes.
 
 Envueltos por un horizonte de sombrillas chillantes, telas mugrosas y smog; escuchando marimbas, mariachis y reguetón, los compradores deciden la velocidad en la que se circula. La única opción para los automovilistas que afluyen por Obregón es resignarse, mostrar entereza ante la adversidad y avanzar como elefantes en triciclo.
 
 En Obregón la piratería se exhibe. Rifa lo brilloso y lo chafa.  A dos días de Navidad, la gente zigzaguea convencida de que allí encontrará regalos a bajo precio. Podrá regatear a gusto, estirar sin problema los calzones rojos y amarillos que estrenará en Año Nuevo. Podrá "hacer finanzas" y que le "den precio". Si le queda algo de dinero, podrá empujarse una tostada de pata con un litro de dudosa agua de horchata.
 
 La algarabía obregonesca es opresiva. Ese Obregón idílico, el Obregón que visita Consuelo Sánchez durante todo el año para surtir su puesto de tianguis se termina en diciembre. De la Calzada Independencia a Churubusco, Obregón se desvanece y resurge. Trepida. Muda de epidermis. Abre los brazos y recibe a tres mil ambulantes, según informó Víctor Tenorio, presidente de la Unión de Comerciantes Establecidos de las Calles Obregón y Javier Mina A.C.
 
 En Obregón hay lugar para todo. Para el robo, para la transa y para las Dulcineas buchonas. "Aquí hay que estar trucha", dice un señor a su familia. Tácitamente, ese mensaje parece ser comprendido por compradores, comerciantes formales, informales, motoladrones, policías, tránsitos, taqueros y todas las personas que visitan este lugar en época navideña.

EL INFORMADOR / GONZALO JÁUREGUI

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