Jalisco
Misiva
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Recientemente, en la colonia Providencia, aparecieron unas mantas que pedían “no más bares ni restaurantes”. Uno las ve y progresivamente va reflexionando hasta asimilar todo lo que pueda estar detrás de semejante consigna.
En un principio pensé que era una manera justa de impedir que una colonia, mayoritariamente de residencias familiares de corte conservador, sufriera una invasión de bebedores y trasnochados imprudentes, que además de todo van a estacionar su auto en cualquier lugar, inclusive en entradas de cocheras. Para que no aumentara la población de borrachos, con caras de delincuentes, o el influjo de las llamadas pandillas organizadas en todo tipo de delitos.
Pero todo eso me pareció que era una mera suposición, que los susodichos bares y restaurantes, que están proliferando en esa zona, es decir en Avenida Terranova y Rubén Darío, no son particularmente antros o lugares a los que nuestros hijos no puedan asistir. ¿Entonces qué pueden significar semejantes anuncios?
Pensé erróneamente que se trataba de una campaña en favor de un candidato a presidente municipal. O de una estrategia para que se den menos permisos y disminuya la competencia entre restaurantes y en vez de todos mejorar, evitar que unos se devoren a otros cual caníbales.
Claro que no parecen ser explicaciones objetivas, así que en vez de especular, preferí preguntar a la gente de la zona.
Platiqué con un joven mesero de uno de los restaurantes cercanos, quien dijo que es un movimiento de señoras mayores que creen que deben proteger sus intereses en una colonia que ya ha dejado de ser sólo familiar. “Ellas nos han dicho”, relató el muchacho, “que les preocupa que se llene de problemas su colonia y que no tengan dónde estacionarse”.
Una jovencita que se tomaba un café, me comentó que no sabía de qué se trataba, pero que respaldaba la idea de que se pongan más de este tipo de lugares en la zona, y que si alguien se opone “es porque está amargado”.
Y así me topé con una diversidad de opiniones, ninguna que contribuyera a la idea de que no deben existir más bares y restaurantes en la colonia Providencia.
Creo que no se vale que un grupo de señoras, con buenas o acertadas razones, se apropien del porvenir de una zona de la ciudad, simplemente porque les afecta a ellas en lo particular. Concluí que debemos tomar en cuenta su opinión, pero que no refleja el sentir de los otros vecinos.
Prefiero no ver esas pancartas y sí ver que se dediquen más a luchar por aspectos más trascendentes e importantes que sus preocupaciones personales, haciéndolas en nombre de todos.
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