Jalisco
Misiva
Combatir a la corrupción
Ya desde la antigua filosofía militarista de los chinos se sabía lo fácil que es conquistar a un Gobierno corrupto, especialmente cuando el pueblo permite y solapa semejante comportamiento.
Un Gobierno sobornable y dispuesto a vender el cumplimiento de las leyes y los procedimientos judiciales, está a merced de los delincuentes. Si con dinero y poder se hace de la ética lo que sea, entonces no hay fortaleza y vigor en una autoridad, pues fácilmente cede a los viles intereses humanos y no a los de la justicia y las leyes.
Si queremos ganar la guerra contra el narcotráfico y la delincuencia, tenemos que hacerlo a la par, ganando también la batalla a la corrupción. Si luchamos contra una y no las juntamos, no seremos capaces de avanzar, pues mientras los gobiernos sean vulnerables al soborno y al tráfico de influencias, no seremos capaces de detener la más importante debilidad de nuestras instituciones.
Hace poco, un funcionario alardeaba del sistema de control que ya se implementó para detener y diagnosticar el índice de alcohol en los conductores, con el fin de evitar accidentes fatales; pero de nada sirve todo el dispositivo, si con dinero o una llamada se evitan las consecuencias.
El libro Camino de guerreros, código de Reyes, en la versión de Thomas Cleary, revela los síntomas de enfermedad de una sociedad. Lo transcribo textualmente: “Cuando muchas voces se confunden entre sí, el desorden continúa ininterrumpidamente y el libertinaje es ilimitado: éstos son los signos de una nación moribunda. Si vemos que las malas hierbas y los juncos invaden los valles en el campo; si vemos prevalecer en la población a las personas inmorales sobre las personas honradas; si vemos crueldad y vicios en los funcionarios; si el sistema legal está corrompido y quienes dirigen no se dan cuenta de ellos, son momentos en que el país está pereciendo”.
Nada más claro y contundente que cuando un país está gobernado por las oscuras fuerzas que impiden el cumplimiento de las leyes y de la justicia, estamos ante un deterioro enfermizo de una nación.
¿Cómo queremos esperar triunfar ante el crimen organizado, si perdemos la batalla contra la corrupción? Sin una reforma penal, sin una limpieza del sistema de justicia, no vamos a llegar muy lejos.
Necesitamos también usar las armas de la ética, de la moral y ser tenaces por erradicar las malas yerbas que destruyen las pocas flores que aún nos quedan en nuestra patria.
La justicia es como el agua, que si se le deja fluir logra inundar el campo, si se le obstruye su acción, se estanca y acaba por podrirse.
(dellamar@yahoo.com)
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