Jalisco
Métanlos a la cárcel
Si la ley se usa para fines personales y no para hacer justicia, se convierte en un instrumento de políticos, empresarios y líderes corruptos
El sistema de justicia pierde su esencia cuando un hombre aprovecha su posición o cargo para mandar encarcelar a alguien porque quiere demostrar que puede hacer lo que quiera. Usa de sus relaciones con la Procuraduría, con los agentes del Ministerio Público, o hasta con algún juez para que se cumpla su deseo de procesar a quien desea darle una lección.
Peor aún, cuando algunos poderosos funcionarios quieren desquitarse con sus enemigos políticos inventando delitos con falsos documentos o testimonios y haciendo que la ley se encargue de hacer sufrir a sus oponentes.
Conozco el caso de un chico que llevaba a una amiga alcoholizada a su casa en la madrugada, y cuando salió el padre enojado y sumamente molesto, a la chica se le hizo muy fácil echarle la culpa al joven, acusándolo de que la emborrachó para abusar de ella.
A pesar de que era falsa la acusación, resulta que el padre era agente del Ministerio Público y le costó al muchacho casi cuatro años de cárcel.
De igual manera hay procesos de divorcio que muy fácilmente recurren a inventar delitos que proceden penalmente con tal de quitarse del camino a la insoportable pareja.
El perjurio, los falsos testimonios, las pruebas arregladas o inventadas están a la orden del día cuando existen deseos de venganza y necesidad de desquitarse con los demás. Si la ley se usa para fines personales y no para hacer justicia, se convierte en un instrumento de políticos, empresarios y líderes corruptos.
Hace poco escuché a una chica llorar amargamente porque su novio fue arrestado y sometido a un proceso penal, con auto de formal prisión por un delito que nunca cometió. Por el simple hecho de presuntamente consumir mariguana, totalmente desaprobado por el padre (un prominente empresario) que tan sólo tuvo que hacer un par de llamadas para que el joven estuviera en la prisión.
Este tipo de abusos deben ser rechazados por la sociedad, pues fomentan la injusticia y hacen que la ley se vea sometida a los caprichos e intereses de quienes tienen acceso al poder, sea con dinero en la mano o por sus relaciones.
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