Jalisco

Machismo hipócrita

Lo único peor que el machismo ramplón es el machismo hipócrita, el machismo simulado

Cuarenta y nueve no es nada

Nunca he entendido el afán de algunos grupos de derecha por controlar la moral ajena. Gastan tanto tiempo, esfuerzo y dinero en decirnos cómo nos debemos de comportar y cómo debemos vivir. Les afecta tanto lo que hacen otros (literalmente sudan calenturas ajenas) que son capaces de dar su vida para que otros no vivan la suya.
Durante algún tiempo llegue a pensar que era un asunto de morbo, pero parece que hay algo más que placer en no dejar que la gente viva como quiera, es un asunto de control: reservarse para sí el concepto de familia y, por lo mismo, limitar el papel que deben jugar las mujeres en la sociedad.

Tampoco entiendo el afán de ciertos grupos de izquierda de pensar que los problemas sociales se resuelven haciendo leyes para cada caso y haciendo penas cada vez más grandes para los delitos. Hicieron de la legislación una reivindicación, con lo cual sólo logran confundir el sentido de las leyes y burocratizar la reivindicaciones.

Pareciera que, como bien dice Carlos Enrigue, el nuevo deporte nacional de la clase política, sean de derecha o izquierda, es decirnos cómo debemos vivir. Normar siempre ha sido un afán reservado a muy pocos; pecar, un placer de las mayorías.

A propósito del Día Internacional de la Mujer se dijeron y propusieron las cosas más absurdas. Desde querer normar la fidelidad en el matrimonio hasta penar más los feminicidios que el resto de los homicidios. Lo bueno es que como son exabruptos de campaña, se les olvidará la sarta de sandeces que se les ocurrieron y seguramente ya los asesores están pensando en las burradas que propondrán el Día del Niño, el Día de la Madre, el Día del Padre y cuantas efemérides se les crucen en el camino.

El problema de la discriminación a las mujeres es cultural, no legal. Cuando se decidió poner una cuota de género en los partidos políticos, lo que le siguió fueron las “juanitas”, candidatas de pantalla que fueron obligadas a renunciar para que el cargo de diputados en el Congreso de la Unión lo ocuparan los suplentes, todos ellos hombres. En los gabinetes las mujeres suelen ser cuotas de género y en los segundos y terceros niveles desaparecen. Cuando una mujer deja un cargo por lo general la sustituye un hombre.

En fin, lo único peor que el machismo ramplón es el machismo hipócrita, el machismo simulado. Las mujeres son poco más de 50% del talento nacional. Cualquier Gobierno o empresa que ignora o no incorpora a las mujeres está de entrada autocercenándose. El asunto no se resuelve con leyes, es un tema cultural y de inteligencia básica: si no tenemos una mitad completa, jamás tendremos el entero.
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