Jalisco

Los 'halcones' se adelantan a la Policía en El Baratillo

Según las autoridades, el juego de 'la bolita' lleva ahí más de 40 años

GUADALAJARA, JALISCO (22/MAR/2015).- Hay dos limitantes reconocidas para que tengan éxito los rondines de la Policía de Guadalajara en el tianguis de El Baratillo, cerca de la zona en la que opera un grupo organizado que simula un juego de azar: el uniforme de los oficiales, y el hecho de que hay “halcones” que detectan e informan cada paso que éstos dan.

José Ángel Campa Molina, titular de la corporación, dice que los oficiales a su cargo han detectado su modo de operar, y aunque han hecho lo propio para combatir esta práctica ilegal, las detenciones tienen otro obstáculo: son pocos quienes dan continuidad a la denuncia.

El propio jefe de la Policía tapatía conoce la estrategia de engaño, misma que no ha sido detectada hace poco. “Desde que he estado en la Policía, hace 40 años, he visto que siempre ha sido este tipo de prácticas”.

Sabe que los vigías (comúnmente conocidos como “halcones”) ubican el paso de los oficiales, lo que dificulta las detenciones. Y no obstante ello, promete que seguirán realizándose operativos en la zona de El Baratillo.

La autoridad municipal sólo ha arrestado a ocho personas en ese espacio en los últimos cuatro años; la mitad de éstas sí fueron señaladas por practicar juegos de azar en la vía pública, aunque éstas capturas ocurrieron en 2011. Tres más se notificaron recientemente (el pasado 27 de febrero) en un comunicado de la Policía, pero nada hubo entre 2012 y 2014.

Peor escenario: quienes han perdido su dinero al caer en ese engaño muestran reticencia a denunciar.

Sea por pena, o incluso por temor, las víctimas no llevan a sus últimas consecuencias el señalamiento. Así, el protocolo que sigue a un arresto se detiene, explica Dante Haro Reyes, experto en temas de seguridad de la Universidad de Guadalajara.

Aunque desde su óptica, estas acusaciones no deben ir por el juego de azar, sino por delincuencia organizada. “Si nada más van por una falta administrativa, eso no amerita pena corporal”.

Además, el Código Penal del Estado tiene “varios vacíos” que, dice, impiden al Ministerio Público o al Juzgado procesar bajo un señalamiento de mayor peso. Y al ver quienes realizan esta práctica que no hay una sanción rigurosa, sólo se les alienta a continuar estafando.

“Si el ciudadano no ve el castigo, va a seguir delinquiendo. A lo mejor lo asustan por unas horas, pero eso no va a inhibir el problema (...) Como lo ven, es más fácil delinquir que ser castigado”, afirma Haro Reyes.

Mientras, el titular de la Policía de Guadalajara insiste en que no hay seguimiento en los casos, una constante que de acuerdo con el académico Dante Haro, ha sido propiciada por la alta estadística de impunidad (superior a 90%, dice) en el sistema de justicia.

“Eso alienta al delincuente (...) Y el tema no sólo queda en la parte preventiva, sino en toda la cadena de prevención, procuración y administración e impartición de justicia”.

CRÓNICA

El juego que termina en amenaza


“¡Por eso amanecen flotando en los canales: por preguntones!”, dice con fuerza aunque sin desviar la atención del juego de manos que hace con las tapas y la pequeña pelota que oculta bajo una de ellas. Varias personas a su lado se encargan de ubicar a quien causó tal exabrupto; incluso de tomarle una fotografía a su rostro, para el archivo.

Segundos antes, el individuo que fue amenazado públicamente había arrojado una pregunta en voz alta al joven que carraspeaba atónito mientras sostenía en brazos a una dama que rompía en llanto. “¿Con cuánto te fregaron?”.

“¿Pues qué eres de la DEA (la agencia antidrogas de la Unión Americana) o qué?”, insiste el tipo aquel, visiblemente alterado. No obtiene respuesta. Quien se atrevió a cuestionar el juego de azar que se realiza cada domingo en ese pequeño espacio de la calle Juan R. Zavala, en el tianguis de El Baratillo, palidece ante la sacudida violenta: varias personas se le acercan, intimidantes.

Salvo lograr la fotografía, la situación no llega a más. Los integrantes de esa estrategia de engaño han sido expuestos con esa interrogante, y un potencial número de clientes que pasan mejor siguen de largo. Ya no caen.

Mientras, la víctima toma los lentes de sol que lleva puestos y los descansa en su cabeza. Carraspea sin fuerza, mirando el juego de manos, las tapas y la pelotita cuya ubicación no logró adivinar. Observa con detalle el juego al que apostó el dinero de su quincena, y por cuya ausencia ahora su dama llora sin consuelo.

La pareja se va. Se pierde entre la densa multitud del tianguis, y el tono amable para atraer nuevas víctimas, reinicia. Las reacciones tras el engaño ahora suenan quedito. “Le quitaron como dos mil 500 pesos”.

Una estrategia que no tiene pérdidas

“¿Pero cómo perdió tanto?”

“Así de buenos son estos”

Los susurros no mienten. La estrategia para acercar víctimas sí tiene una sólida organización. Sólo basta acercarse a cualquiera de los puestos que se instalan en ese núcleo mercantil y ver fluir los billetes.

Tres señoras ganan. Sólo una pierde. Los jugadores celebran y sufren en una proporción que, ciertamente, resulta desventajosa para la casa.

Pero la casa nunca pierde...

El truco está en el inicio. Los jugadores en racha de triunfo no son sino cómplices en la táctica de embuste. Y los clientes que casualmente pasan y animan a los jugadores, también. Lo mismo sucede con las personas que están recargadas en la pared. Todos observan el juego; todos viven de él.

“¡Ésta es! ¡Ésta es! ¿Me detiene tantito la tapa en lo que saco mi dinero de la bolsa? No me la vayan a cambiar...”, dice una señora que aparentemente atraviesa por una racha ganadora. La víctima coloca su dedo sobre la tapa en tanto la dama, como dijo, saca 500 pesos de su bolsa.

Apuesta y gana. El perdedor entrega un billete a la jugadora y otro de igual valor a quien sostuvo la tapa.

“Son 500 para usted, y 500 para usted”.

“Pero yo no jugué”.

“Yo vi que usted jugó, y como jugó y me ganó, aquí está su dinero”.

La banca nunca suelta el billete. Así funciona el truco.

“Pues grac...”

“Ah, pero debe tener para apostar. Si no, qué chiste. Si no juega, no gana”.

“Pero tú me lo estás dando...”

“Y es tuyo. Pero asegúrame que traes dinero para seguir jugando”. “Dame chanza de emparejarme”.

La víctima enseña la cartera. Muestra que hay billetes en su interior. Los roles del juego cambian entonces.

Ahora los apostadores son aliados. Ahora ellos animan a la víctima a jugar y a seguir apostando. En sus frases está la promesa de que “en la siguiente la adivinas”, o las experiencias propias: los tres fracasos y los cinco triunfos.

Pero aunque el sitio en el que se halla es evidente, la pelota nunca está en donde el dedo apunta.

Así, hasta que el incauto exprime su cartera y se va de ahí sin el dinero que ganó en 15 días de trabajo. Hasta que el tono amable de los estafadores cambia por amenazas; hasta que la advertencia de amanecer flotando en un canal sepulta la cantaleta para atraer nuevos clientes.

Así, cada domingo en el tianguis de El Baratillo.

EL DATO

La Ley


La Dirección General de Juegos y Sorteos, dependiente de la Secretaría de Gobernación, es la única autoridad facultada para la emisión de un permiso que autorice la realización de juegos con apuesta y sorteos distintos a los de la Lotería Nacional.

No sólo quienes realizan los juegos de azar sin permiso de esa instancia, sino los que participan en ellos, violan la Ley. En Jalisco, Juegos y Sorteos ha clausurado nueve establecimientos; todos por no contar con permisos de la Segob.

SABER MÁS

El reglamento


Según el Reglamento para Centros de Apuestas Remotas, Salas de Sorteos de Números y Casinos para el Municipio de Guadalajara, cualquier persona que desee lucrar con apuestas debe contar con la autorización federal otorgada por la Secretaría de Gobernación, y el presidente municipal deberá “otorgar su anuencia”.

Pero el alcalde podrá negarla si “el domicilio en donde se pretende establecer el giro, se considera que originaría perjuicio al interés social o que se alteraría el orden y la seguridad pública”.

En el tianguis de El Baratillo no aplica regla alguna: carecen de domicilio o establecimiento, del visto bueno de los vecinos y de otras disposiciones elementales para la autorización de un giro del tipo.
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