Jalisco
Los fiestones electorales
Era Aristóteles que, muy serio y con voz pausada decía a los reporteros que no, que cuál fiestón, que celebrará su cumpleaños… pero trabajando
Al frente, un texto breve en tipografía grande, perfectamente legible. Los amigos de Aristóteles Sandoval Díaz, alcalde de Guadalajara para mayores señas, invitaban a festejar su cumpleaños número 37 el sábado 22 de enero en la Arena VFG, allá por la carretera a Chapala, adelante del aeropuerto. La cita era a las 14:00 horas, lo que hacía suponer que se trataba de una comida. En el reverso, un plano con las señas precisas para llegar al recinto, que según dicen tiene capacidad hasta para unas cuatro mil personas y es de lo más presentable que tenemos los tapatíos (bueno, en realidad lo tienen los Fernández) para charreadas, conciertos y fiestones.
De entrada, al ver la invitación me sentí dentro de un muy selecto grupo con derecho a estar cerca de uno de los personajes del momento y en una de esas, hasta con posibilidad de darle un abrazo por su cumpleaños; no cualquiera es convidado por “Los amigos de Aristóteles” a tomarse unos tragos, comer y cantar con mariachi. De pasada, se me haría conocer la VGF que, como le digo, muchos la presumen como un foro de primerísimo nivel. (Por un momento, me asaltó la duda de si habría que pagar algo, porque la invitación no lo especificaba, y supongo que rentar ese lugarsote con comida, bebida y espectáculo incluidos, debe costar una buena lana).
Así es que durante la mañana del viernes me la pasé en todo tipo de cavilaciones. ¿Quiénes de mis amigos habrían sido invitados por “Los amigos de Aristóteles” al fiestón en la VFG para aprovechar el raite? ¿Cuál sería la indumentaria ideal y si habría que vestir la camisa roja de rigor?
De repente caí en la cuenta de que precisamente el sábado 22 tengo un compromiso familiar que, en condiciones normales, es de los que resultan ineludibles. Porque estarán de acuerdo conmigo en que, a menos de que por recónditas razones uno sea expresamente “desinvitado”, debe estar presente en la boda de una hija. Y justamente en esas andamos, así es que aumentaron mis preocupaciones: ¿Podré estar en ambos acontecimientos? De momento pensé: Voy un rato a la VFG, hago acto de presencia y me muestro ante alguno de “Los amigos de Aristóteles” para que ofrezca constancia de que por ahí anduve, y me voy corriendo a la boda de mi hija. Sonaba razonable, excepto porque el matrimonio se celebrará muy lejos de la VFG (a menos de que uno de los conspicuos personajes que estarían en el cumpleaños me pudiera prestar un rato su aeronave para trasladarme y estar a tiempo en el enlace).
Eran demasiadas las dudas que me atribulaban. Pero de repente, en el radio del auto escuché una voz que me sonó conocida: era Aristóteles que, muy serio y con voz pausada decía a los reporteros que no, que cuál fiestón, que celebrará su cumpleaños… pero trabajando. ¡Y va pa’tras! A decirles a los Fernández que siempre no, que ahí para la otra, que no vaya a ser y alguien piense que “Los amigos de Aristóteles” andan con ansias electorales. Y yo, sin pendientes en mi agenda, estaré con mis cinco sentidos bien sintonizados y con enorme felicidad en la boda de Mafalda.
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