Jalisco

Los costos de vivir sin rumbo

Una ciudad no puede darse el lujo de evolucionar sin saber para qué, cómo y a dónde

Son altísimos. En lo individual y en lo colectivo. Con el agravante de que cuando se trata de la comunidad el costo se multiplica exponencialmente. Y que, además, esos costos se cargan más a los que menos tienen. Si no se sabe a dónde se va, las posibilidades de equivocarse, de actuar en contra de los propios intereses, aumentan desproporcionadamente.

Una ciudad no puede darse el lujo de evolucionar sin saber para qué, cómo y a dónde. Es entonces un organismo cuyas funciones se encuentran desarregladas, a la merced de todas las patologías. El caso de Guadalajara es grave. Si alguien pregunta cuál es el plan que la ciudad sigue actualmente, la respuesta es patética: ninguno.

Recordemos que el último esfuerzo por establecer un Plan de Ordenamiento de la Zona Metropolitana de Guadalajara data de 1982. De hace 28 años. Y, además, que dicho plan quedó obsoleto muy poco tiempo después. Las razones son múltiples. Quizá una de las raíces de esta compleja problemática se encuentre en la profunda descoordinación que ha existido entre los municipios sobre los que se extiende una sola y única ciudad: Guadalajara.

Esta esencial noción, dicho sea de paso, no ha terminado por quedar clara: la Zona Conurbada de Guadalajara no es un conjunto de “ciudades” independientes: es un solo organismo urbano sobre el que se desarrollan las vidas de más de cuatro millones de habitantes. A un individuo en particular le tiene sin cuidado el momento en que cruza un límite municipal del que ni siquiera es consciente. Requiere los mismos servicios y depende de las mismas infraestructuras para desarrollar sus actividades.

Así, la ciudad ha derivado por décadas al garete de intereses variados. Desde los bien intencionados que han logrado afianzar algunos avances, hasta los de la especulación inmobiliaria que buscan exclusivamente el lucro. Y, por supuesto, los intereses políticos, que encuentran en cada municipio la plataforma de aspiraciones muy diversas.

Baste un dato: actualmente los municipios que integran la Zona Conurbada de Guadalajara han constituido oficialmente cuatro veces más reservas urbanas que las que la ciudad requerirá nunca para su desarrollo. O sea, cada municipio ha hecho lo que ha querido con su territorio, sin atender otras “razones” más que las propias. De allí la gravísima dispersión urbana que degrada ahora la calidad de vida de millones de personas, sin hablar de los irreparables daños al territorio.

Durante las pasadas administraciones municipales se realizó un principio de coordinación: de allí la formulación del Plan Intermunicipal de Desarrollo Urbano. Un esfuerzo por encontrar un rumbo, un sentido a la ciudad. Actualmente, retomando y ampliando ese intento, se trabaja en el Plan de Desarrollo Urbano de la Región Metropolitana, que abarca los 17 municipios involucrados en el desarrollo de la ciudad. Es importantísimo, urgente, esencial, que este amplio trabajo llegue a buen término. Y que Guadalajara tenga, al fin, un rumbo, una idea clara de lo que quiere y puede ser.
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