Jalisco

Los candidatos más carismáticos

Confieso que mi voto no va a ir a un político con magnetismo, tipo actor de telenovelas, ni mucho menos que aparente ser lo que no es

Ya me quedó claro que la tarea partidista es ganar las elecciones, a base de exaltar candidatos que puedan generar más votos.

Parece que hemos reducido la tarea política a una democracia sustentada en el “raiting” de los candidatos, valorada por los especialistas en mercadotecnia política, es decir, en los encuestadores con su enorme caja de herramientas para investigar.

Si la persona es ética, tiene convicciones honestas o es apta para gobernar o legislar, eso no es importante, lo que es fundamental es que su personalidad sea lo suficientemente magnética como para ganar adeptos y que se traduzcan en votos. Tal y como sucede con un artista de telenovela, que entre más “fans” arrastre, tendrá más contratos y espacios en los medios.

La política abrazada a los medios, la publicidad y la propaganda se lleva de corbata a la verdadera democracia. No debe ser que tan pronto caigamos en creer que estamos construyéndola, cuando en realidad estamos fomentando las banalidades de la apariencia y lo perceptible, en vez de centrarnos en lo esencial y objetivo de las tareas de gobernar.

Si un dirigente partidista subraya que el mejor candidato es aquel que tenga más posibilidades de ganar, estamos simplificando la tarea, al puro estilo pragmatista, a que lo que importa es llegar, lo demás ya no es tan importante, o quizás nunca lo fue. Peor aún, si se agrega que además hay que hacerlo a como dé lugar. Porque entonces caemos en la corrupción, donde todo se vale con tal de ganar. Y así el fin justifica los medios.

La verdad, me resisto a formar parte de una visión así de pragmática, confieso que mi voto no va a ir a un político con magnetismo, tipo actor de telenovelas, ni mucho menos que aparente ser lo que no es.

Mi voto estará con los que realmente sean políticos, que conozcan la realidad de los problemas y que tengan la capacidad de hacer propuestas concretas e inteligentes para mejorar nuestra calidad de vida.

Al menos insistiré en que la democracia sea del pueblo y para el pueblo, eligiendo a las personas más preparadas y aptas para hacerlo bien, particularmente de aquellos que tengan una carrera profesional y una trayectoria que los sustente.

Pero actualmente me inclino más por aquellos que sean personas honestas, sin cola que les pisen, sin haber estado en cargos anteriores manchados de impunidad.
No importa si tienen buena apariencia, hablen bonito y vistan a la moda, lo que más interesa es que sea un buen gobernante y que sobre todo ame a México. Que quiera hacer bien las cosas, que sepa sumar y trabajar en equipo, aunque esté feo, regordete y se le trabe la lengua.

No queremos candidatos con un “raiting” en la mano, queremos a los mejores hombres, con o sin carisma. Y la gente tiene que aprender que va a elegir políticos, no artistas. Que sepan gobernar, aunque no nos agraden con su “rollo”.
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