Jalisco

Los campeones de la Barranca

La Asociación Civil Amigos de la Barranca vigila el ingreso y algunos corredores ayudan a recoger la basura de regreso a su origen en los comercios

GUADALAJARA, JALISCO (18/MAR/2013).- Son las ocho y media de la mañana y ya hay tambos de basura repletos cercanos al ingreso de la Barranca de Huentitán. Apenas en los primeros metros que pertenecen a esa área natural hay un bulto negro con basura, enfrente de dos puestos de jugos naturales.  Es basura del día, que con un poco de suerte, los encargados conseguirán traer al carretón de la basura para deshacerse de ella.
 
Pero antes de descender la barranca, no son pocos los usuarios que compran una lechuguilla, una botella de agua o municiones para el camino, para "tomar fuerzas para regresar".  En algún momento del trayecto, su fuente de energía se convierte en basura para tirar, y aunque hay depósitos para ello, algunos le atinan y otros no... kilómetros abajo de la superficie.
 
Entre la flora semitropical de la barranca hay áreas con vasta diversidad de desechos producto del consumismo humano: botellas, bolsas, cajas, latas... propias de quien acude a internarse en la naturaleza para una aventura desleal, pues deja su rastro perjudicial en el ecosistema.
 
El problema no es recoger toda la basura dispersa en los arbustos, una vez dispersa allí, sino llevarla hasta arriba, de regreso a su origen en los comercios. Y aunque parece una tarea difícil hay quien se pone la camiseta, y ellos son los "campeones de la barranca", según Salvador Herrera Jiménez, presidente de la Asociación Civil Amigos de la Barranca.
 
Todos los días de seis de la mañana al medio día, el Chino -como es mejor conocido Salvador entre los asiduos de esa andanza natural- vigila el ingreso y se encarga de cuidar motos y bicicletas de algunos visitantes antes de entrar, quienes a confianza ciega le entregan las llaves de su vehículo mientras hacen ejercicio allí.
 
Mientras conversa con peculiar familiaridad con los comerciantes y corredores de experiencia, el Chino se regodea de un adolescente proactivo quien, con los cachetes ruborizados y el sudor escurriendo en todo el cuerpo, deja en la entrada de la barranca una bolsa negra con basura que recogió durante su paseo.
 
"Mira, otro chavillo que ayudó también con la basura, ¡esos son los campeones de la barranca!", le dice el Chino, de 69 años, mientras lo mira con orgullo y gratitud, como si la barranca fuera su casa, aunque según dice, lo es.
 
Y es que la conoce como pocos, la recorrió mientras esa área de Huentitán era una montaña virgen, a donde acudía entrenar.
 
"Aquí antes estaba solo, de vez en cuando se hallaba uno los rancheros que venían de allá abajo (de la barranca) con su producto: ciruelos, traían pescado, porque pescaban allá abajo, más o menos allá como en el '83", recuerda el Chino.
 
El hombre, ex corredor asiduo de ese camino, recuerda cómo alrededor del año 1990 se comenzó a poblar la barranca con comercios de comida y jugos, una de las fuentes de basura de esa zona natural, que hoy, aunque las autoridades la ignoren, hay personas que la protegen como su casa.

EL INFORMADOR / VIOLETA MELÉNDEZ
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