Jalisco
—“Los Señores”
Las “familias bien” tenían a bien mandar a la servidumbre a apartar, con sombreros de fieltro, chalinas y sevillanas de riguroso luto, las bancas para “Los Señores”
Mire usted...
—II—
Antaño, cuando los sermones de Semana Santa en catedral eran, en toda la extensión de la palabra, espectaculares, las “familias bien” tenían a bien mandar a la servidumbre a apartar, con sombreros de fieltro, chalinas y sevillanas de riguroso luto, las bancas para “Los Señores”. Como los oficios (el Lavatorio, el Vía Crucis, Las Siete Palabras, etc.) eran maratónicos, las fámulas regresaban más tarde al sagrado recinto, ya en plena liturgia, provistas de jarras y vajillas de porcelana china, a abastecer a “Los Señores” de sendas tazas de espumoso chocolate, para hacer más llevadera la jornada penitencial. (Lógico: ni siquiera en tratándose de autoinflingirse mortificaciones cuaresmales, son recomendables los fanatismos).
Hogaño —como se verá, muy probablemente, durante los festejos correspondientes a la “Feria de la Fundación” en la Plaza de la Liberación—, los ciudadanos de a pie interesados en apersonarse en los eventos, se encontrarán con la novedad de que “las bancas de adelante” (las predilectas de los “viejos verdes” de los ahora extintos teatros de revista) están “reservadas”... “¿Para quién?”, preguntan los ingenuos. “Para los funcionarios públicos y sus invitados”, responden los encargados de hacer cumplir la encomienda... Los ingenuos, cabizbajos, se retiran, rumiando una duda: “¿Y por qué demontres, con qué refinado afán de jeringar (vocablo absolutamente castizo, por cierto), estos sátrapas —a los que Dios confunda— se hacen llamar ‘servidores públicos’...?”.
—III—
Menos mal que, en días pasados, a raíz de las protestas de vecinos de la colonia Providencia, molestos por la celeridad con que personeros de la autoridad municipal gestionaron ante Vialidad el secuestro de espacios públicos al efecto de concesionarlos como estacionamiento para el restaurante de algún influyente, desde la alcaldía de Guadalajara salió, rotunda, la declaración de que “aquí no hay ciudadanos de primera y de segunda”.
La aseveración es creíble, porque desde hace mucho tiempo se sospecha que aquí, antes y después del “cambio” que quedó en discurso, hay dos clases de ciudadanos: de primera (“Los Señores”)... y de quinta.
JAIME GARCÍA ELÍAS / Periodista y conductor radiofónico.
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