Jalisco
Llega el Niño Dios a colonia Santa Elena de la Cruz
Decenas de niños vivieron la emoción de estrenar sus juguetes este 25 de diciembre
Aún no puede pisar el acelerador, pero ya es la dueña de un Ferrari rosa chicle. Interiores de plástico color piel, las llantas apenas y muestran huellas del asfalto que han transitado. Si tuviera kilometraje marcaría no más de medio. La conductora que estará comenzando a hablar comprensivamente se apoya del volante, pero su séquito de auxiliares le ayuda a acelerar en el vehículo eléctrico y la dirigen hacia un lado, para que no vaya a chocar con la ruta 636 que se encuentra estacionada en la esquina.
Los demás pequeños en casa no portan juguetes nuevos. Una rebota un balón de básquet que de viejo presenta un color más ladrillo y menos naranja, una carriola con un peluche invadido de manchas de polvo, nada más. Todos observan a la de dos años circulando por las calles de la colonia Santa Elena de la Cruz.
Si sigue conduciendo más abajo, por la calle de Navarra se encontrarán con Enrique y Lizbeth, que juegan con su amiga Julia carreritas en bicicleta. La única que estrena bicicleta es Lizbeth, una con dibujos de Hello Kitty; su hermano Enrique monta una azul con manchas de óxido y la amiguita un triciclo rosa.
Enrique se alista para iniciar la competencia, pero antes se chupa el índice y lo pasa por el contorno de su tenis nuevo para quitarle la mugre que está acumulando en la suela durante su primer día de uso. Viste también una sudadera azul que le regaló el Niño Dios; le había pedido una computadora, pero sólo le trajo una tableta donde aprieta botones para aprender palabras, aparte de la ropa.
Se detienen los tres enfilados sobre la calle de Cuenca, "en sus marcas, listos, fuera" y se avientan calle abajo hasta llegar al río San Juan de Dios, donde frenan para no entrar en terreno pedregoso y regresan a toda prisa para comenzar de nuevo.
Las calles lucen vacías, sólo esparcidos por allí uno que otro niño con juguete nuevo, entre familia o amigos vecinos. Van y vienen en sus bicicletas, la mayoría de ellos, otros sobre una patineta que comienza a estropearse en los baches de la calle Évora. Un par de adultos llegan con cajas de regalo que al instante son destrozadas con emoción, esperando ver qué más trajo el Niño Dios esta mañana de 25 de diciembre.
EL INFORMADOR / RUBÉN GIL
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