Jalisco
Lesa simpatía
Hay personajes que no pasan desapercibidos, Óscar García Manzano es uno de ellos
El paso de García Manzano por la vida pública no podía ser más polémico. Comenzó como tesorero del Ayuntamiento de Guadalajara con César Coll, proponiendo un cobro de impuestos a los que vivían en otros municipios y venían a trabajar a Guadalajara. Era, decía él, una forma de compensar a un municipio que estaba perdiendo población pero al que todos venían a trabajar. La idea, aunque sonaba descabellada, no carecía de lógica: Londres lo hizo. Pero la manera de plantearla puso de cabeza a la ciudad y salió de la tesorería en meses.
Después vino el tema de las Cien Manzanas, un proyecto muy polémico de restauración del Centro Histórico que terminó en una intervención en el barrio de las Nueve Esquinas. A unos les gustó más que a otros, pero finalmente hoy las nueve esquinas están mucho mejor que hace 15 años. Emilio González Márquez lo tuvo de asesor cuando llegó a la Presidencia Municipal y ahí también brincó la liebre cuando en su papel de asesor financiero, García Manzano propuso arrendar las patrullas en lugar de comprarlas, con lo que logró un gran consenso: todos en contra. Años después, lo gobiernos priistas están retomando el mismo planteamiento.
Ya en el Gobierno del Estado, González Márquez invita a García Manzano de secretario de Finanzas y logra otro gran desacuerdo unánime al proponer el canje de placas con un impuesto importante. Era una estrategia técnicamente correcta, pero impopular como ninguna.
Su paso por Pensiones del Estado no ha sido menos complicado. Aunque oficialmente es el presidente, es decir no debe ni debería tener ninguna función operativa, nadie tiene duda de que es él quien toma las decisiones, desde las más complejas hasta las más simples. Su sola presencia opaca a los directores y ofende a los diputados. Hoy, una vez más, su cabeza está en la mesa. Los diputados y el sindicato de trabajadores del Estado están pidiendo a gritos su salida, acusado de falta de transparencia en el manejo de los recursos de pensiones. Más allá de los señalamientos, que en todo caso deberán ser probados, la única acusación concreta es la de “lesa simpatía”, que si bien no es delito, en política pesa más cualquier otra.
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