Jalisco

Leer y comprender

La feria es un buen negocio, por consiguiente es atractiva para la ciudad, se ve más como un producto comercial

Hace algunos días un joven me lanzó la pregunta siguiente: “¿Cómo es posible que se realice la feria del libro más importante en el mundo hispanoparlante, en una ciudad a la que no le gusta leer?”

La verdad, me quedé sin respuesta y no pude más que responder que la realidad de Guadalajara es que hay más gusto por el comercio y la farándula que por el desarrollo intelectual. La feria es un buen negocio, por consiguiente es atractiva para la ciudad, se ve más como un producto comercial, que como un alimento para la cultura y la civilidad.

De cualquier manera algo queda de tantas letras y de tantos libros en la FIL, algunos estimulan su apetito por la lectura asidua.

También reflexioné si no estará pasando el fenómeno tan extendido de vivir el “dime de qué presumes y te diré de qué careces”, tal vez muchos quieran aparentar que hay un verdadero aprecio por la literatura y tienen libros por doquier, en sus casas y oficinas, pero que nunca leen. Y que además, año con año van de compras a la feria del libro, y ni si quiera los abren para mirar sus escurridizas páginas.
Los expertos en evaluar los índices de lectura entre los escolares de diversos grados en la ciudad están alarmados de lo poco que se estimula el gusto por la lectura, y peor aún, por el bajo nivel de comprensión de aquello que se lee. Bueno, de plano raya en la ridícula sensación de no saber ni comprender ni guardar en la memoria lo que se ha leído. Simplemente se pasaron las letras con la vista y no sirvió más que para darles una ligera sobada ocular, pero no penetró la mente al concepto ni mucho menos la razón la masticó.

Dicen que sí se lee, pero parece que puras revistas de dudosa calidad y baratijas intelectuales que no pasan de ser basuras disfrazadas, para parecer un verdadero libro.

Las nuevas generaciones ya no están conectadas a los libros, ni mucho menos a la sabiduría de la palabra. Abundan las chatarras basadas en falsos caminos de superación y auto motivación.

Así como hoy se come tanta basura para el cuerpo, igualmente los libros enmascaran, con portadas y mercadotecnia, una gran cantidad de enseñanzas banales y sin sustento académico.

Tenemos que promover la buena lectura y los hábitos intelectuales necesarios para ahondar en cada página, en cada capítulo, en cada obra.

Si bien es cierto que la FIL es un éxito, le falta el complemento idóneo, promover que los libros se lean bien y formen parte de los hábitos de una ciudad que se resiste a hacerlos suyos.

Claro que hay comida chatarra, y libros también y por toneladas de estériles páginas, que no sirven más que para apagar la verdadera cultura e imaginación.

Si algo ayuda a incrementar la educación de un pueblo, es por medio de la lectura, pero de la buena.
Y más que sólo leer, queremos que se comprenda, si no seguimos siendo iletrados.
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