Jalisco

Las decisiones pendientes

Es fundamental insistir en que la problemática ambiental en un contexto urbano que habitan más de cuatro millones de habitantes debe ser enfrentada de manera integral

Los recientes reportes acerca del retraso que presenta la ciudad en términos ambientales obligan a continuar la reflexión sobre este tema. (“Según estudio de The Economist Intelligence Unit y Siemens, la capital tapatía está por debajo de la media en sustentabilidad medioambiental”, EL INFORMADOR, 22/10/1010.) Más allá de las comparaciones, que le dan al asunto mayores contrastes, es importante no perder de vista las condiciones específicas que hacen que la Zona Metropolitana de Guadalajara presente tan preocupantes indicadores.

Es fundamental insistir en que la problemática ambiental en un contexto urbano que habitan más de cuatro millones de habitantes debe ser enfrentada de manera integral y con acciones de corto, mediano y sobre todo de largo plazo. Es evidente que la fragmentación de políticas y la dispersión de las decisiones que implica nuestro actual esquema se encuentran en la raíz de los rezagos. Los ámbitos municipales resultan inoperantes tanto en términos de gestión específica como en términos territoriales y temporales para hacer frente a los deterioros ambientales. Estos deterioros ignoran límites administrativos y plazos de gobierno. Habrá ciertos programas que puedan mejorar puntualmente ciertos renglones; sin embargo, es obvio que ante retos metropolitanos y aún regionales se requieren respuestas similares.

Vuelve a presentarse, en el centro de las preocupaciones acerca del futuro de las conurbaciones, la cuestión de su gestión misma. Desde hace años diversas voces han venido advirtiendo acerca del vacío que existe entre los niveles de gobierno estatal y municipal. En este vacío es en el que con frecuencia caen las posibles soluciones de fondo a temas como el de la planeación territorial y urbana, la calidad del aire, el manejo de residuos sólidos, la movilidad, el ahorro de energía.

Desde hace tiempo, y por la vía de los hechos, otro de estos renglones fue atacado de manera más integral: el del abasto y suministro de agua potable. La creación y operación del Sistema Intermunicipal de Agua Potable y Alcantarillado (SIAPA), con todos los problemas y bemoles que puedan argumentarse, ha sido un modelo de gestión pública que de alguna manera ha hecho frente a sus vitales trabajos en términos metropolitanos y racionales. Quizá la viabilidad de este organismo radicó en el acotamiento de sus funciones y en la evidencia absoluta de la necesidad de su creación.

No ha resultado parecido en los demás frentes. La falta de un adecuado marco institucional, la ausencia de una conciencia generalizada acerca de las distintas problemáticas; la falta de coordinación y los diversos pareceres entre quienes toman las decisiones en los niveles federal, estatal y municipal; la intrincada maraña de intereses creados: el caso es que no hemos encontrado una alternativa para encarar efectivamente los problemas de una ciudad cuyas características requieren soluciones de fondo.

Es más que tiempo de tomar las decisiones pertinentes para gestionar la metrópoli en sus propios términos. Sin ello, cada día que pasa continuará mermando la calidad de la vida comunitaria.
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