Jalisco

La información del proceso de acuerdo a los números

OPINIÓN

De acuerdo a los expertos en análisis electorales, los resultados de una elección intermedia son diferentes con respecto a los de una elección concurrente. Las diferencias radican en el tipo de elección que se tiene de acuerdo a sus dimensiones y oferta, es en este sentido que las elecciones intermedias servirían como una especie de "evaluación del mandato actual" tanto en el Gobierno Federal, como en el Estatal y Municipal.

Las causas de la derrota de Acción Nacional en este proceso electoral, son en verdad multifactoriales. Sin embargo, es pertinente abundar en el análisis. Ni el PRI ni el PAN, ganaron con respecto a su voto institucional (o voto duro). Las variaciones de los partidos nos muestran que entre la elección del 2003 y el 2006, el PAN subió solo 3.01% de su votación, pero si comparamos el 2003 con el 2009 (ambas elecciones intermedias), su voto duro bajó 5.29%. Ello nos indica que en realidad, el PAN perdió solo 4% (promedio) de su votación institucional desde el 2003 a la fecha.

Con respecto al PRI, los datos nos muestran que del 2003 al 2006, el PRI perdió 5.14% de su votación dura. Si comparamos la elección del 2003 con la del 2009 en la que el PRI hoy obtuvo 40.56% de los votos, el dato nos evidencia que este partido, en lugar de ganar, perdió 1% de la votación institucional que tenía con respecto al 2003.

En el proceso del 2003 la diferencia entre el PRI y el PAN era de 1.57%. En el 2006 la diferencia se hizo mayor al mostrar 6.58% puntos a favor del PAN. Hoy, tras el proceso electoral del 5 de julio, la diferencia entre ambos partidos es de 5.96%. La diferencia promedio entre ambos partidos desde el 2003 a la fecha es de 4.7%.

Al ver los porcentajes reales de diferencia de votos en Jalisco entre el PRI y el PAN, se puede evidenciar que el promedio de porcentaje de votación para Acción Nacional es de 39.13% y el del PRI es de 39.44%. Estos datos nos merecen un análisis más profundo de lo que en realidad pasó en este proceso electoral. La primera evidencia es que el voto duro de ambos partidos no se mueve y se mantiene sobre una base firme, cosa que nos habla de que su capacidad de movilización institucional es la misma y depende en mucho, de los factores y actores de poder al interior de cada partido; mismos que dicho sea de paso, se mueven de acuerdo a la capacidad de acuerdo y consenso que tenga el partido, los métodos de selección interna y los candidatos que contienden en cada elección.

Además, comprobamos que aunque la diferencia de esta elección entre el PAN y el PRI haya sido de 5.96% a favor de este último partido, tomando en consideración la media de diferencia de ambos partidos, lo que los separa es solo un 1.26% del electorado que determina su opción de voto a favor de una u otra fuerza electoral.

Es entonces que la gran evidencia de este proceso electoral, comparado con los dos inmediatos anteriores (pero sobre todo con el del 2003 que es intermedio igual que éste) es que ninguno de los dos partidos ganó en realidad. Que ambos partidos siguen sin convencer a los indecisos que hoy, prefirieron al Verde Ecologista por encima del PRD, o bien, que optaron por ensanchar los votos nulos al pasar de 2.12% en el 2006 a 4.07% en este proceso de 2009.

La lección más grande de este proceso electoral, es que ni el PRI ni el PAN ganaron en cuanto a su votación real y dura. Que ningún partido es capaz de convencer a un indeciso, que la opción de nulificar crece y que mientras más burocratizadas sean las elecciones, dadas las reformas actuales a la ley electoral, menos tendremos la oportunidad de ver campañas dignas o quizá mejor, resultados electorales que sean en verdad rotundos.

Luego entonces sería iluso pensar que rumbo al 2012, el PRI tiene seguros los votos de los ciudadanos. O quizá que el PAN, pueda recuperar la capacidad de movilización que han aprendido a tener toda vez que llevan años en el poder en Jalisco, y que hoy evidencian tan grandioso espectáculo en la búsqueda del poder. Lo cierto es, que el sistema institucional de partidos está desgastado, que nadie convence y que hoy, en lugar de pensar en la reflexión, los partidos y la clase política, deben de cambiar desde el fondo para poder librar de una manera más digna el 2012. La batalla por los indecisos permanece.

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