Jalisco

La historia del narcotráfico en Guadalajara

La llegada de Ruperto Beltrán Monzón a la ciudad, hace más de 40 años, marca una línea de partida del narcotráfico en la Perla Tapatía.

GUADALAJARA, JALISCO (31/JUL/2010).- “Muchos afirman que el orden y tranquilidad de Guadalajara constituyen sólo una fachada, que se ve limpia porque esconde su lado desagradable”, señala Alan Gilbert en el libro La ciudad latinoamericana. El pasado jueves, La Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG) vivió un capítulo para la historia, uno de los máximos jefes del cártel de Sinaloa, Ignacio Coronel, alias “Nacho” Coronel, murió durante un operativo del Ejército Mexicano, que pretendía su captura.

En la historia reciente de Guadalajara se puede recordar como otro episodio inolvidable la muerte del cardenal Jesús Posadas Ocampo, en 1993, quien presuntamente quedó entre dos fuegos de narcotraficantes.

Ambos datos dejan en claro que en Jalisco, en la Zona Metropolitana de Guadalajara, está presente el narcotráfico desde hace varias décadas.

La llegada de Ruperto Beltrán Monzón a la ciudad, hace más de 40 años, y tras ser liberado por un grupo armado del Penal de Tepic, marca una línea de partida del narcotráfico en la Perla Tapatía.

Beltrán Monzón controló desde Guadalajara el tráfico de mariguana en Jalisco, Colima, Nayarit, Sinaloa y Sonora. Poco a poco fue perdiendo terreno en el “negocio”.

En 1977 se lanzó la operación Cóndor en Sinaloa, con el fin de mitigar al narco en ese Estado. Rafael Caro Quintero, Miguel Ángel Félix Gallardo, Manuel Salcido Uzeta, conocido como “El Cochiloco”, y Ernesto Fonseca Carrillo se habían hecho de poder y tomaron punta en el tráfico de enervantes.

Como consecuencia del “efecto cucaracha”, Félix Gallardo, “El Cochiloco” y Caro Quintero se trasladaron a Guadalajara, donde vieron un terre no fértil. Para 1979 formaron y encabezaron el cártel de Guadalajara. También se unieron: Ernesto Fonseca Carrillo, alias “Don Neto”; Juan Ramón Mata Ballesteros; Juan José y Rafael Emilio Quintero Payán; Juan José Esparragoza, alias “El Azul”, quien ahora forma parte del cártel de Sinaloa, y Pablo Acosta Villarreal.

Las acciones del cártel no pasaron desapercibidas. El Gobierno de Estados Unidos presionó a México para actuar en contra de este grupo, pero desconocían qué tanto estaba inmiscuido el Gobierno estatal y federal. En 1981, el agente Enrique Camarena Salazar trabajó como infiltrado en el cártel y fue descubierto cuatro años después de laborar con ellos. Fue secuestrado el 7 de febrero de 1985 y ejecutado junto con el piloto de la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos (SARH), Alfredo Zavala Aguilar.

La muerte del agente provocó que el Gobierno de EU presionara más, por lo que inició “la cacería”. Algunos de los integrantes del cártel de Guadalajara murieron y otros fueron detenidos, entre ellos, Rafael Caro Quintero, Ernesto Fonseca Carrillo y Félix Gallardo.

Se dice que fue en la misma prisión donde Gallardo convocó a una reunión y “repartió”: Tijuana quedó para los hermanos Arellano Félix y Jesús Labra Avilés; Sinaloa para Joaquín Guzmán Loera, alias “El Chapo Guzmán”, y Héctor Palma Salazar, también conocido como “El Güero Palma”, y Ciudad de Juárez fue para Amado Carrillo Fuentes, “El Señor de los Cielos”. Jalisco había quedado bajo los reflectores de las autoridades.

Comenzó la disputa por los territorios con los enfrentamientos entre cárteles con el fin de hacerse del control del tráfico de drogas hacia los Estados Unidos.

Muchos de los principales capos cayeron, pero los cárteles se reestructuran, se vuelven más violentos y su capacidad de organización es más profesional.
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