Jalisco
La falta de arquitectura
Las escuelas de arquitectura, las dependencias de Gobierno concernidas, los colegios, los arquitectos particulares tienen ante sí un gran reto
Esta ausencia de “arquitecturación” de la realidad circundante ataca a la raíz misma de la ciudad, a su esencia como satisfactora espacial de las necesidades de la comunidad y de los individuos. La calidad de los entornos construidos condiciona de manera determinante el desarrollo de la vida urbana, de cada habitante.
Así es que, por un lado, la arquitectura “formateada” para el trabajo convencional de los arquitectos escasea y se reparte entre una proporción minoritaria del gremio. Además, de esta producción, no mucho es lo que resulta rescatable y contribuye a hacer ciudad. Edificaciones adocenadas o predeterminadas según factores estrictamente comerciales (piénsese en la gran cantidad de “tiendas de conveniencia”, ubicadas además en los lugares más visibles de la trama urbana), edificios de oficinas que siguen el dictado de modas efímeras y banales, conjuntos habitacionales completos resueltos con el mínimo de gasto y creatividad, casas habitación sobre pedido y que atienden a imaginarios de un pretendido “estatus” escondidas en los así llamados “cotos”…
Pero, por el otro lado, la mayor parte de lo ya construido o de lo que se edifica, tanto en términos urbanos, como de especímenes arquitectónicos determinados, carece de la mencionada “arquitecturación”. Son entornos, parajes citadinos, equipamientos públicos, obras de infraestructura, casas habitación, comercios, extensos desarrollos de vivienda y un largo etcétera. Y hay que insistir: esta situación se da tanto en lo existente, como en lo nuevo.
La salida de la paradoja de vivir en un contexto con una gran falta de arquitectura, y que cuenta con un numeroso gremio necesitado de oportunidades de trabajo, pudiera estar en una condición: la de concebir la realidad urbana circundante bajo una luz distinta, que permita descubrir, entender y “formatear” los problemas de manera que puedan ser procesados profesionalmente. Esto significa la constitución de una agenda arquitectónica y urbana, de una clientela (la ciudad, los municipios, el Estado, los particulares) y de una serie de objetivos específicos a alcanzar.
Las escuelas de arquitectura, las dependencias de Gobierno concernidas, los colegios, los arquitectos particulares tienen ante sí un gran reto: propiciar una real e inmediata “arquitecturación” de los contextos urbanos. Desde el simple arreglo fisonómico de una cuadra, el aprovechamiento sensato de una vieja construcción, un equipamiento necesario, una solución vial, la renovación de cuadrantes citadinos. La tarea es inmensa. La clave está en romper con los esquemas convencionales y en actuar siempre a favor de la calidad de vida de la ciudad. De la arquitectura.
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