Jalisco
La escuela tapatía donde la discapacidad no es una limitante
El Instituto de Capacitación para el Niño Ciego y Sordo auxilia a familias de escasos recursos
La melodía emociona a las personas que se encuentran en una oficina contigua al salón donde ensaya la pequeña pianista. La directora del instituto ríe orgullosa. No es una escuela cualquiera y el logro no es mínimo. Es el Instituto de Capacitación para el Niño Ciego y Sordo A.C. y la pequeña artista es Daniela Paola de ocho años. Ella nació sorda, y ahora hasta toca el piano y canta.
“Como en todo, hay éxitos y fracasos, pero la institución es la misma. Aquí depende muchísimo de los padres de familia que tengan el interés de que sus hijos se integren como ciudadanos totalmente responsables a la sociedad, que no quieran depender de nadie y eso es lo que aquí les enseñamos. Somos la única institución que oraliza a sordo-ciegos”, dice tajante Guadalupe Regina Saborío Ulloa de 77 años, directora y fundadora del instituto que se ubica en la Calle 56, a una cuadra de la Avenida Revolución en Guadalajara.
En los últimos 60 años, Lupe, como la conocen, los ha dedicado a atender a ciegos y sordos: “Mi mamá Guadalupe Ulloa de Saborío inició hace 75 años la educación del ciego en Jalisco. Ella murió en 1970 y yo tomé la dirección del instituto y ha sido una entrega total para los niños. Nosotros iniciamos la oralización del niño sordo. Yo no estoy en contra del manualismo, pero prefiero enseñarlos a hablar para que ellos no dependan de nadie y se desenvuelvan en la sociedad como todos”, reitera con insistencia, porque su método logra que personas que no oyen ingresen a escuelas regulares. De hecho, el festejo por los 75 años de la institución se realizó en julio. En la actualidad hay abogados, contadores, dentistas, músicos, administradores de empresas y otros profesionistas que iniciaron aquí su aprendizaje.
Con los ciegos es otro método, pero el objetivo es el mismo: “En una ocasión que mi madre fue de compras al Centro, vio a un niño que comía cáscaras de plátano en el basurero del mercado Corona, y le gritó que dejara de comer eso; ella se dio cuenta que el niño era ciego y entonces se lo llevó para ayudarlo. Se trataba de Gregorio Flores, ahora un hombre grande pero agradecido con nosotros. Entonces mi mamá empezó a juntar y ayudar a niños ciegos. En aquel entonces la educación del niño ciego no era calificada como normal. El ciego llega a ser normal si se le da una adecuada atención. Tenemos ciegos que son licenciados, administradores de empresas”.
Maestros ciegos que enseñan música a sordos
Quienes terminan la primaria y se van del instituto, tienen la oportunidad de continuar en escuelas regulares. Muchos siguen su vida sin voltear y logran ser profesionales. Otros crecen, se preparan y regresan a compartir un poco de lo que aprendieron.
Miguel Ángel Rodríguez Hernández es maestro de música de sordos. Él es ciego del ojo izquierdo y débil visual de su ojo derecho. Para Miguel, su historia es de éxito.
“En el 86 entré porque tengo glaucoma congénito. Yo estuve en escuela regular hasta quinto, pero ya no pude y estuve aquí tres años hasta que termine la primaria. Me fui, estudié y regresé como maestro. Empecé hace 10 años dando clases de guitarra en el área del ciego. Yo nunca me imaginé darle clases a un sordo. Por ejemplo, para yo trabajar con ellos, lo que yo aprendí en clases de canto, ejercicios de respiración, dicción, articulación, entonación, matiz, modulación, lo comparto con ellos. La maestra Lupe me enseñó y con lo que ya traía encontré como beneficiarlos”, explica.
No obstante, advierte que con la enseñanza, el aprendizaje es recíproco: “A mi vida le han dado bastante, en lo personal me ofrecen cosas mejores… y con la clase de música ver que para ellos su vida sea de utilidad. Se trabaja con la sensibilidad , así como con la exigencia. Tenemos algo que nos falta, pero no nos limita a lograr cosas; cada uno de ellos, con fuerza de voluntad y trabajo, logran muchas cosas. Pretendo dejarles que se integren a la sociedad como personas. Yo aprendí de mi tío invidente y me decía que lo más importante es aportar a la sociedad como ser humano y no vivir de ellos. La utilidad que le damos como personas es algo que quiero sembrar en los alumnos”.
IMPLANTES COCLEARES
Para muchos infantes es como volver a nacer
Actualmente, el Instituto de Capacitación para el Niño Ciego y Sordo A.C. tiene más de 80 alumnos, entre niños y adolescentes hasta los 15 años, todos de escasos recursos. En las instalaciones estudian la primaria y se capacitan en computación, aprenden música, baile y canto.
Entre los estudiantes destacan aquellos que tienen un implante coclear. Los avances tecnológicos no estarían al alcance de personas de escasos recursos, pero la institución se mantiene de bienhechores que no dudan en aportar para que los niños sordos y ciegos tengan un mejor futuro.
“El sordo habla, pero todo es cuestión del maestro. El maestro tiene que enseñar al sordo a sacar la voz y empezamos con todos los fonemas. El implante coclear no funciona sin un buen terapista. El implante es un alambre con electrodos que se conecta a la coclea y a través de estímulos eléctricos le dice cuáles son los sonidos agudos y graves. Entonces los implantados empiezan a escuchar y aquí los enseñamos a hablar al mismo tiempo. El aparato cuesta hasta 500 mil pesos en lo particular, aquí nosotros lo podemos lograr gracias a nuestros bienhechores”, explica la directora.
Los casos de éxito son distintos. Para muchos escuchar y hablar no es un logro, pero cuando los primeros sonidos que se oyen y las primeras palabras que se dicen ocurren a los seis años de vida, es un triunfo.
María de los Ángeles Ochoa Esquivel, asesora de las 40 maestras del instituto, señaló que el buen resultado del implante es en conjunto: “Con los niños hay que sacarles primero la voz, manejar los órganos de fonación, la lengua, el paladar y que no saquen esa voz ahogada y arrastrada. Necesitan una buena terapista. Si el niño tiene fuerza de voluntad, lo logramos (...) Eso quiere decir que se hace el esfuerzo y hay resultados”, concluye la especialista.
VOCES
Historias y aprendizajes
Daniela Paola es una pequeña intérprete que se inicia en la música. Para su mamá, Fabiola García, la niña volvió a nacer con un implante.
“Ella nació sorda, me di cuenta a los 10 meses de nacida y ahí empezó mi peregrinar. No es aceptada en escuelas normales. Me dijeron que comprara unos aparatos auditivos, y cuando uno tiene un problema, uno cree hasta en aguas milagrosas y la verdad es que hay gente que sólo quiere lucrar con uno y pues gastamos dinero que no teníamos por aparatos que ni tenían marca, que no le sirvieron. Hicimos un año de terapias y ella no tenía voz, hasta que llegamos aquí hace cinco años. Nos dimos cuenta que todo lo anterior fue en vano. A mi hija la implantaron y después del implante volvió a nacer. Mi hija escucha, ella puede mantener un diálogo, toca el piano y puede hacer muchas cosas. En pocas palabras volvió a nacer”, cuenta feliz la mamá de Daniela.
Daniela Paola, alumna de ocho años.
Ian Fernando, pequeño de seis años, hace nueve meses fue implantado. Nancy Castañeda, su madre, recuerda lo difícil de su vida antes del instituto.
“Nació con discapacidad auditiva. A los dos años estaba sordo del oído izquierdo y con discapacidad severa en el derecho. Una amiga me trajo. Tuvimos una entrevista con la directora y gracias a Dios desde que entró mi niño evolucionó muchísimo. Antes de venir pretendimos meterlo a un jardín de niños normal pero no fue así. Aquí se está integrando. Si no venimos aquí no hubiera salido adelante de esta manera”, cuenta mientras su niño platica con la directora del plantel.
Ian Fernando, alumno de seis años.
Héctor Hugo Dueñas Romero es maestro de música. Nació ciego y llegó a los siete años al instituto. Terminó la primaria, salió y estudió hasta el bachillerato en la escuela vocacional de la Universidad de Guadalajara. Para él, la discapacidad no es un límite.
“Aquí me tengo un crecimiento personal como individuo y he aprendido a que nosotros tenemos que adaptarnos a la sociedad y no sólo la sociedad a nosotros. Sí, hay algo recíproco, pero tenemos una limitante, no es para que nos hagan menos. Yo pretendo que los niños puedan aprender de lo que uno vive y a través de la música, la estimulación de la memoria y la comprensión. Aquí es donde realmente ocurren cátedras, de los maestros o niños, todos nos enseñan algo, hay valores que debemos tomar en cuenta”, concluyó el profesor.
Héctor Hugo Dueñas, profesor de música.
EL DATO
Instituto de Capacitación para el Niño Ciego y Sordo A.C.
Dirección: Irineo Paz 385, casi esquina con
Europa, zona Medrano, Guadalajara.
Teléfono para información y donativos: 3838-3448
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