Jalisco
La ciudad y los días
El recurso del caos
El recurso del caos, de apelar a una palabra que significa “estado amorfo e indefinido que se supone anterior a la ordenación del cosmos” (Real Academia Española) y por extensión –dentro de este contexto– “confusión, desorden”, presupone un estado de cosas límite y desesperado en la que se ha perdido todo vestigio de orden y toda posibilidad de control de determinada situación. De ello se sigue que la instalación del “caos” como concepto en una problemática dada la sitúa automáticamente en el ánimo más allá de cualquier esfuerzo por atender pertinentemente el problema. Y de allí al desánimo, la desmovilización, el redituable amarillismo.
Guadalajara es un organismo urbano plagado de problemas, grandes y chicos, estructurales y de coyuntura.
Como comunidad, la actitud racional y responsable es diagnosticar la problemática, establecer estrategias de solución generales, atacar metódicamente las causas de los problemas. Y dar cuenta de lo que va sucediendo con objetividad y mesura. En esta medida, será posible establecer una base favorable para un debate público provechoso y constructivo.
No es posible, o por lo menos cuesta mucho trabajo, construir un mapa útil de la realidad a partir de datos o interpretaciones deformados, magnificados, sacados del contexto concreto. En ciertos casos, a juzgar por lo que se ve y se oye en los medios, pareciera que la realidad urbana no tiene remedio, rebasó cualquier expectativa de control, y no hay alternativa más que el “sálvese quien pueda”.
Este ánimo como de naufragio inevitable hace perder los últimos vestigios de lucidez a quien se guía por tal actitud.
Ante un problema cualquiera, como el caso de un crucero conflictivo, lo que aconseja la razón es situarlo en su dimensión, entender sus causas, y sobre todo, buscar y apuntar las posibles soluciones. Que existen. Mal que bien, frente al cúmulo de problemas de todo tipo que nos aquejan como ciudad hay una respuesta irrebatible: la urbe aquí está, funciona a pesar de todo, más de cuatro millones de habitantes desarrollan cotidianamente sus actividades. En muchos casos con dificultades, riesgos, injusticias. Es a estos factores a los que hay que atacar, como se han venido atacando con mayor o menor éxito desde la fundación de la ciudad. Esta visión de los problemas podrá ser menos espectacular, quizá no alcanza notas importantes en los medios. Pero nos mantiene dentro del esfuerzo continuado que significa construir a diario la convivencia urbana.
jpalomar@informador.com.mx
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