Jalisco
La ciudad al revés
Cita en la ciudad
Tal vez referirse a la inexplicable acción del gobierno pueda parecer un tema menor en medio de crisis, influenza y campañas, sin embargo, se trata de un hecho que reproduce sistemáticamente muchas de las causas que nos llevan a tener una ciudad con enormes desaciertos.
Los pasos a desnivel de La Calma y Las Águilas, inaugurados a finales de la administración pasada, fueron construidos con concreto aparente, un trabajo detallado que evita recubrirlo, lo cual significó un costo extra; a cambio de eso se obtiene un producto terminado con un mínimo de mantenimiento, al menos eso quiero creer desde una lógica de administración pública, donde el costo de mantenimiento de la infraestructura es un rubro que desgasta a cada administración sin lograr nunca resultados suficientes. Bajo esa idea, pintar un material que fue hecho para estar al natural, no solo injustifica el gasto inicial, sino que crea una dependencia a la pintura de una obra que no lo requería. Un par de kilómetros adelante el paso desnivel de Mariano Otero, trabajado en una materialidad similar luce bien a más de una década de haberse terminado y sin la necesidad de haber tirado recursos públicos pintándolo. Lo único que tiene pintura amarilla es un machuelo que por cierto, parece que hace tiempo no se pinta. ¿Quién y cómo se autorizó esa partida?, resulta a todas luces extraño, cuestionable y hasta sospechoso. ¿Por qué ahora, por qué ahí, hasta donde van a llegar?, en medio de campañas que hablan de la cantidad de turistas que recibiremos en el 2011, ¿tiene sentido dar señales absurdas como que en esta ciudad pintamos el concreto?
Este caso y el desgastante proceso de la construcción de obra pública tiene que ver con el divorcio que existe entre lo que se planea y proyecta contra la forma en que se lleva a cabo y como se mantiene.
Hay enormes deficiencias en el aparato ejecutor de la obra pública. Los enormes esfuerzos que hacen áreas de planeación y proyectos así como consultores, se ven mermados con ejecuciones reprobables. Sin lugar a dudas es un tema de cultura que se tiene que revertir. De nada sirve que se involucren más profesionales que antes no lo hacían, al desarrollo de proyectos de gobierno con costos y tiempos limitados, con amplias exigencias administrativas y cansados procesos de gestión, si finalmente el aparato ejecutor mantiene sus vicios, incapacidades y falta de compromiso. De nada sirve estar invitando profesionales externos si ni siquiera habrá la capacidad de leer, interpretar y reproducir lo que los planos dicen. El dinero que se invierte en la obra pública es mucho, es de todos y no debemos permitir que se use mal; los directores e inspectores de obras públicas deben asumir que las obras no son propiedad de su director, secretario, presidente o gobernador, son de todos los ciudadanos.
En estos tiempos de fin de administración empiezan a aparecer decisiones y proyectos que llaman la atención, entre la desesperación por el tiempo que se va y la necesidad de hacer y gastar, es fácil caer en encargos innecesarios, apresurados o en decisiones fuera de tiempo. Muchas de las acciones que hoy empiezan a asomar debieron ser desarrolladas al inicio de las administraciones, muchas cosas se hacen y se vuelven a hacer, no hay continuidad ni coordinación entre distintas administraciones, las decisiones se reinventan constantemente, ¿cómo evitar operar en un mundo al revés?
Alfredo Hidalgo Rasmussen, arquitecto. alfredo@infotectura.org
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