Jalisco

La calor

El clima sigue siendo el mismo, igual de dulce, generoso y caluroso, los que cambiamos fuimos nosotros, que ya no vivimos de la misma manera

Cada año, los tapatíos decimos que nunca ha hecho tanto calor como el presente. Y cada año, los científicos dicen que exageramos, que las temperaturas en Guadalajara no han cambiado. Es cierto. Este año no es, ni de lejos, el más caliente. Más aún, las temperaturas en Guadalajara han sido en general estables. Ahora sí que el clima nos podría aplicar la misma frase que un famoso constructor le dijo a un ex secretario de Desarrollo Urbano, ante el reclamo de que ya no le tomaba las llamadas: “El que cambiaste fuiste tú, yo sigo siendo igual de lambiscón, pero con el nuevo secretario”.

El clima sigue siendo el mismo, igual de dulce, generoso y caluroso, los que cambiamos fuimos nosotros, que ya no vivimos de la misma manera. Es decir, si la pregunta es si en Guadalajara cada año hace más calor, la respuesta es no; si la pregunta es si en Guadalajara cada año sentimos más calor, la respuesta es sí. En 1970 un trayecto típico, digamos atravesar la ciudad de Norte a Sur, era de 20 minutos en auto o 35 en transporte colectivo. La ciudad comenzaba en Plaza del Sol y terminaba en Zapopan. Hoy, ese recorrido puede tomar 45 minutos a una hora, y desde Tlajomulco hasta Tesistán, hora y media.

La temperatura siempre se toma a la sombra, el problema es que los traslados y gran parte de la vida se hacen al rayo del Sol. Al mismo tiempo que la ciudad ha crecido en el área de refracción de calor, calles de concreto y asfalto, azoteas y paredes de espejo (una pésima idea traída de Estados Unidos y que nada tiene que ver con nuestro clima ni con nuestra forma de vivir), hemos perdido área verde y arbolado. Con mayor tiempo de exposición al Sol, más refracción y menos sombra no hay manera de que no sintamos más calor, aunque el termómetro marque menos.

¿Tiene solución? ¿Algún día podremos “recuperar” el clima perdido? Sí, a mediano plazo. Es decir, si desde hoy comenzamos a hacer lo que hay que hacer.

1.- Redensificar la ciudad. No hay clima que ayude si seguimos tomando pésimas decisiones urbanas. Digamos que no tiene la culpa el Sol sino el que hace de una ciudad un comal cada día más grande.

2.- Recuperar nuestro arbolado. Necesitamos volver a lo que algún día distinguió a esta ciudad y que sigue admirando a los visitantes: el tamaño de los árboles. Hoy nadie quiere, quizá con razón, un pirul, un laurel de la india, un guamúchil, un fresno fuera de su casa: son demasiado grandes. Pero hay árboles ideales para banquetas, suficientemente frondosos y amigables, y hay que buscar espacios para estos grandes árboles que son los que mitigan el calor y absorben el CO2.

3.- Azoteas y paredes verdes. Cada vez más la tecnología permite tener jardines, hortalizas y pastos en azoteas, pero también jardines verticales en la paredes. Promover este tipo de soluciones, y hacerlo obligatorio para edificios públicos, es una buena forma de generar espacios verdes y mitigar  la “arquitectura de espejos”.
Eso sí, cuando todo falle, regresemos a los tradicionales remedios tapatíos pa’ la calor: una horchata y/o una chela bien helada.
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