Jalisco
La Universidad Mexicana del siglo XXI POR CARLOS BRISEÑO TORRES
La Declaración de Bolonia. A nueve años de haberse suscrito ya forman parte de este proceso 46 países
El 19 de junio de 1999, ministros de Educación de 29 países europeos firmaron una Declaración conjunta llamada: “Área de Educación Superior Europea” (AESE), pero fue mejor conocida como la Declaración de Bolonia. A nueve años de haberse suscrito ya forman parte de este proceso 46 países; la Declaración, más que ser un tratado que establezca deberes y obligaciones, es —como su nombre lo indica— un pronunciamiento que motiva a pensar el modelo de universidad para el siglo XXI.
Los problemas en el sistema universitario europeo que dieron origen a esta Declaración fueron varios. Entre otros, podríamos mencionar los siguientes: un catálogo de títulos excesivamente amplio; gran heterogeneidad en el diseño de programas, contenidos y número de créditos; inexistencia de una definición común de perfiles profesionales; ciclos de estudio muy largos, y falta de homologación de algunas titulaciones.
Esto provocó que los ministerios de educación buscaran hacer más flexible el Sistema de Educación Superior de todo el Continente europeo y hacerlo más acorde con el fenómeno de la globalización.
En este contexto, la Declaración marcó una serie de directrices, como por ejemplo la de establecer un sistema común de créditos (European Creditis Transfer System); adoptar un sistema de titulaciones comprensible y comparable entre los estados que suscribieron el documento; fomentar la movilidad; fomentar una educación basada en el aprendizaje, y no en la enseñanza, e impulsar la cooperación para homogeneizar los criterios y metodologías educativas para garantizar la calidad. Pero el objetivo central de la Declaración de Bolonia es que para el año 2010 se logre la movilidad entre los titulados, alumnos y profesores.
Desde que se firmó la Declaración se han realizado reuniones bianuales con el fin de evaluar el camino recorrido, la última se celebró en la ciudad de Londres en el año 2007, y la próxima se llevará a cabo en los países del Benelux en Leuven/Louvain- la-Neuve en 2009.
En la reciente fase de evaluación que se celebró en Londres, el factor que preocupó a la Declaración —no obstante los avances— fue que el reto de la movilidad aún encuentra obstáculos, los cuales estuvieron relacionados principalmente con la inmigración, el reconocimiento de títulos y diplomas. A este reconocimiento oficial de estas dos limitaciones del proyecto, se suman posturas más críticas que no hacen sino ampliar la discusión sobre el modelo de universidad. Así, se han planteado una serie de preocupaciones que se pueden sintetizar en seis puntos:
1.- El que la educación por orientarse más al mercado termine por “menospreciar” a algunas disciplinas;
2.- Que el pase por la Universidad sea sólo “un mero pase” laboral y los posgrados se conviertan en un negocio;
3.- Que de reducirse el financiamiento del Estado y tratar de sustituirlo con el privado, termine condicionando el sistema universitario;
4.- Que la Universidad pueda terminar gestionándose como una empresa privada;
5.- Que al aumentar el trabajo burocrático para cumplir con los indicadores pueda afectarse la calidad de la docencia; y
6.- Que no se respete la idiosincrasia y cultura de los países y las regiones, por tratar de adoptar un modelo único (El País: 6 de junio de 2005).
No obstante lo anterior, el AESE trae a la mesa de discusión temas como en qué nuevos modelos de organización deben descansar las estructuras universitarias; cómo lograr un aprendizaje orientado a aprender y no a acumular información; y finalmente, la movilidad real de alumnos, docentes y egresados más allá de divisiones político-administrativas de los estados nacionales, y de las fronteras de los países.
De la experiencia europea y del debate anterior, en América Latina está en puerta el proyecto para conformar el Espacio Latinoamericano de los Estudios Superiores (ELAES).
Este proyecto surgió del seminario de la Red de Universidades Regionales Latinoamericanas celebrado en la ciudad mexicana de Orizaba, Veracruz, en 2004. Allí se propuso establecer un marco que permita la comparación y colaboración de los distintos países; formular alguna medida académica para contabilizar la duración de los estudios; adoptar planes similares de estudio para que sean aceptados por todos los países, y fortalecer la movilidad de estudiantes y profesores.
A diferencia de Europa, que tiene como primer punto en la agenda la movilidad, en América Latina ésta se contempla en el último punto. ¿Qué significa esto? Que en nuestra región primero se tendría que discutir el modelo de estructura organizativa de nuestras universidades, por un lado; y por el otro, que la construcción del ELAES sería un proceso más largo que el europeo.
Así, y a manera de ejemplo, surge la imperiosa necesidad de que se reflexione en nuestro país cuál es el mejor modelo para la universidad mexicana del siglo XXI: el de las escuelas y facultades (sustentado en la tradición napoleónica) que existe en muchas de nuestras instituciones de educación superior; o el modelo departamental (que prevalece en las universidades norteamericanas y europeas). A la par, se debe de abordar si el modelo debe ser concentrado o desconcentrado, en una estructura de red.
Como se ve, si bien los temas son puntuales, la profundidad y trascendencia de estos hace suponer que su abordaje requerirá de tiempo y voluntad para encararlo sin prejuicios ni atavismos, partiendo del principio de que ningún modelo en sí mismo puede ser superior al otro, sino que en todo caso son distintos, y que de lo que se trata es de encontrar las ventajas que puedan tener cada uno de ellos para construir el modelo de universidad mexicana del siglo XXI.
Después de todo, propuestas como las que plantea la AESE o pretende el ELAES , ponen en la mesa de análisis el tema de la rigidez institucional de nuestro Sistema de Educación Superior en comparación con otras experiencias internacionales.
CARLOS BRISEÑO TORRES / Rector general de la Universidad de Guadalajara.
Síguenos en