Jalisco

Jugando turista

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GUADALAJARA, JALISCO (29/MAR/2011).- Que los viajes ilustran, es un viejo refrán que se olvida entre el ajetreo de la cotidianidad. El crecimiento personal que estimula la experiencia al descubrir lo otro, lo nuevo que encontramos al salir de nuestro mundo familiar, es el más sustancioso alimento del alma. Decía el escritor William Burroughs que no es necesario vivir, mas sí es necesario viajar.

Los viajeros, al final de su andar, a su regreso a casa, se encuentran a sí mismos. Con el tiempo alcanzan a verse en su habitual cotidianidad un tanto más de lejos. Desde una óptica curtida, a fuerza de ser forastero en otras tierras se aprende a ver la propia casa con “ojos de extranjero”; tal como Borges apreciaba a su querida Buenos Aires. Si hay algo constante en toda la historia de la Humanidad, es el afán de estar moviéndose de un lugar a otro con la inquietud y curiosidad de conocer y conquistar para los sentidos del cuerpo aquello que le queda más allá. Lo tenemos, diríamos, en los genes. Con los cuentos de aventura, los viajeros construyen leyendas que fascinan, encantan y seducen a sus amigos sedentarios, quietos, hacia lejanas tierras exóticas que compiten con el cielo, el paraíso y el nirvana como destinos turísticos.

No en balde, el turismo es la actividad económica de mayor crecimiento en estos tiempos de globalización. En los años ochenta, el milagro económico japonés produjo un éxodo generalizado de turistas nipones que invadieron todos los espacios naturales y culturales a su alcance. En aquel tiempo la población turista flotante de japoneses llegó a los 20 millones de viajeros en promedio. Hoy ese espíritu emprendedor que empuja el desarrollo mundial se ha trasladado hacia el continente despertando al vecino gigante de la China. Se calcula que el potencial de trotamundos del tigre asiático ya es más de 200 millones de turistas, el doble de la población total mexicana.

En una de tantas investigaciones que se hacen para entender las percepciones que se tienen sobre los distintos mercados turísticos del mundo, México ocupó dos primeros lugares muy significativos en las diferentes categorías evaluadas: fue considerado el país más amistoso y el más basuriento.

No es lo mismo ser un destino turístico, que tener un destino en turismo. Gracias a nuestra gran diversidad de riquezas naturales y culturales, México ha sido una de las atracciones principales de los aventureros modernos. El nutrido interés del extranjero por apreciar nuestros paisajes, climas y curiosidades culturales, ha sido más el motor de nuestra industria turística que nuestra propia habilidad industriosa en los oficios de la hospitalidad.

La ciudad de Guadalajara, conocida por muchos años como la Perla de Occidente por sus encantos provincianos culturales y naturales, tuvo en una época la oportunidad de fomentar a conciencia su vocación profesional turística y sembrar los cimientos sólidos para su desarrollo, al prepararse para recibir a los próximos Juegos
Panamericanos, lo cual fue lamentablemente desaprovechado. Pues ya es muy tarde para ello. En su lugar, nuestra complacencia típica de nuevo jugó su rol habitual.

Desatendimos la advertencia que se nos hacía de cuidar a no caer en las coyunturas cortoplacistas (léase intereses particulares que se aprovechan del mareo público) y que ojalá los Juegos fueran principalmente para mejorar la ciudad y no sólo prestar la ciudad para jugar los Juegos.
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