Jalisco
Jaime Lerner debería recibir el Premio Pritzker
Hay premios que, otorgándose, en realidad se premian a sí mismos
Así, el primer Premio Pritzker fue otorgado en 1979 al arquitecto norteamericano Philip Johnson.
El segundo, al año siguiente, fue concedido al tapatío Luis Barragán. En este año la distinción correspondió a los arquitectos japoneses Kazuyo Sejima y Ryue Nishizawa (quienes, por cierto, tienen actualmente dos proyectos en Guadalajara, uno de ellos pendiente con el Ayuntamiento).
El Premio Pritzker ha significado una especie de consagración mediática para los poco más de tres decenas de arquitectos que lo han recibido. La amplia difusión que la decisión anual del jurado contribuye en buena medida a alimentar el imaginario “estándar” no sólo del gremio, sino de todos los interesados en la arquitectura. En este sentido, ha sido una señalada contribución del Pritzker el situar con mayor fuerza y penetración a la arquitectura en el contexto y la discusión de las artes contemporáneas.
Hay premios que, otorgándose, en realidad se premian a sí mismos. Esto hubiera podido pasar con el egipcio Hassan Fathy (1900-1989) quien, con mucho, supera en méritos y trascendencia a varios de los galardonados seleccionados mientras él vivía sus últimos años (y, para el caso, de los de después).
Obviamente la Fundación Hyatt maneja como mejor le parece sus jurados, sus criterios y sus premios. Quizá, con raras excepciones, no entra en sus parámetros el premiar a arquitectos que no figuran en el “mainstream” mediático mundial. O exaltar una arquitectura no “objetual”. Esto explicaría la omisión de Fathy. Sin embargo, sería deseable que los criterios del premio pudieran orientarse a resaltar también la importancia social, ecológica, urbana de la obra de grandes arquitectos (que desde Vitruvio saben que el urbanismo es una parte de la arquitectura). Es el caso del arquitecto brasileño Jaime Lerner.
Lerner no solamente ha logrado cambiar el destino de su natal ciudad de Curitiba, sino que ha sido pieza clave en la renovación urbana de varias otras ciudades. El hecho de que haya sido alcalde de su ciudad, puesto desde el que acometió una serie de valientes reformas y ambiciosos proyectos, siempre en equipo, no debiera de ser obstáculo para reconocer su importantísimo trabajo. Revolucionó los sistemas de transportes, la manera de crear infraestructuras y proveer servicios públicos, decuplicó las áreas verdes existentes, creó notables piezas arquitectónicas y un largo etcétera. Todo esto es urbanismo (insistiendo: una parte de la arquitectura).
El Premio Pritzker para Jaime Lerner impulsaría una manera más integral de entender la arquitectura y la ciudad, y resaltaría una de las principales obligaciones de los arquitectos: pensar, preocuparse y actuar por la comunidad. Total, proponer no cuesta nada.
Para ver un rápido resumen, en 19 minutos, de los trabajos de Lerner, remitirse al sitio: http://www.youtube.com/watch?v=lXGY0X-wdjI.
jpalomar@informador.com.mx
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