Jalisco
Intestados, 8 de cada 10 jaliscienses
El rechazo a hablar de la muerte y el miedo a perder las propiedades son algunos motivos por los que no se tramita el testamento
“Me estuvo insistiendo mi familia: oye, ya tienes 70 años, abusado. Y sí tienen razón: si no lo hace uno, deja a la gente peleándose”, cuenta el padre de familia, uno de los escasos jaliscienses que cuentan ya con ese instrumento jurídico.
Porque a pesar de que la cifra de quienes expiden el testamento va en ligero aumento con los años, la proporción sigue siendo menor y ocasiona que ocho de cada 10 en Jalisco mueran intestados, según da a conocer el presidente del Colegio de Notarios del Estado, Juan Carlos Vázquez Martín.
Un factor que fomenta la creación de nuevos documentos es el programa Septiembre, mes del testamento, con el que la Secretaría de Gobernación hace una campaña nacional para dar a conocer que todos los notarios reducen hasta la mitad sus honorarios. Sin embargo, Vázquez Martín reconoce que aún hay resistencias entre la población que les impiden expedirlo.
“La gente todavía cree que al otorgar el testamento es porque ya se va a morir, y no es cierto. La otra es que también creen que, cuando hacen su testamento y dejan sus propiedades a nombre de otras personas, dejan de ser de ellos, y eso es falso porque el testamento no tiene validez hasta que uno fallezca: mientras uno siga vivo los bienes siguen siendo propios”, explica el notario presidente.
El problema de no testar en salud radica en que, cuando la muerte se “adelanta”, es necesario hacer un juicio de intestado para que los familiares puedan disponer de los bienes que la persona dejó, un proceso caro que puede prolongarse indefinidamente. Es una práctica común, pues la mayoría fallece sin contar con el testamento.
En Jalisco, el costo del documento en cualquier mes es de cuatro mil pesos, pero ronda los dos mil durante septiembre, y una vez pactada la cita en cualquier notaría el trámite del testamento demora unas horas, aunque la entrega del documento se hace un mes después.
Y luego vienen otros asuntos que son distintos en cada familia, recuerda Juan Carlos Vázquez: “A veces los notarios la hacemos de archivero: muchas veces las personas no quieren recoger el testamento porque no quieren que lo vean (en su casa), no quieren que se sepa cómo quedó, porque luego los hijos se pueden enojar si no están de acuerdo”.
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